Lorca y Granada en los Jardines del Generalife, 2019.
Bajo la dirección de Marina Heredia y el guión y dirección escénica de Rosario Pardo, acompañados de un destacado y nutrido grupo de cantaores bailores e instrumentistas. Se plantea este proyecto a modo de reflexión sobre el amor femenino en la obra de Federico García Lorca, partiendo de las cuatro obras propuestas para el espectáculo, todas diferentes, pero perfectamente hilvanadas, con el amor femenino como protagonista: de “El Público” se pasa a “La Casa de Bernarda Alba”, continúia con “Así que pasen cinco años” y termina con “Mariana Pineda”. El orden elegido alterna las obras más modernas y menos conocidas del poeta, su llamado “teatro imposible”, con las más populares y accesibles para el público. Se trata de una lectura transversal del universo lorquiano a través de una representación multimedia en la que el cante y el baile se den la mano con las imágenes filmadas, con una escenografía en la que hay pantallas y que aprovecha todas las posibilidades del Teatro del Generalife, incluyendo la platea y los árboles, a través de una iluminación integradora que dará protagonismo a todos los elementos que lo conforman. El amor es uno de los temas esenciales en su obra y representar el amor lorquiano es devolverle la vida Federico, una y otra vez, hacer que siga habitando en nuestros corazones.
El Programa
El primer cuadro parte de “El público”, está basado en el personaje de Julieta y representa el amor romántico, en contraste con el amor violento, cruel y depredador representado por la manada… de caballos.
Con Julieta volviendo a la sepultura se hace la transición al segundo cuadro, basado en “La casa de Bernarda Alba” y que arranca con campanas que tañen a muerto y Bernarda convirtiendo su hogar en sepulcro inviolable durante los ocho años que dure el luto por la muerte de su marido.
A través del vestido, que caerá sobre el maniquí protagonista del siguiente cuadro, nos engarzamos con “Así que pasen cinco años”, para reivindicar el amor maternal, el más convencional y apegado a la tradición. El amor que desea un hijo, como suprema culminación.
Y así se enlaza con el último cuadro, dedicado a “Mariana Pineda”, que representa el amor ideológico y político, el amor a la libertad, el amor como anhelo reivindicativo que clama y exige la independencia de la mujer. Un amor desinteresado e incorruptible. Un amor absoluto dispuesto a llegar hasta el final, que no se rinde ni se doblega. Un amor a la libertad, herida por los hombres, y condenado a la soledad y a la muerte.