TRAS LA VOLUNTAD DE CREER, PABLO MESSIEZ, DE LA MANO DE UN EQUIPO DE LUJO, NOS OFRECE SU ÚLTIMO TEXTO QUE —COMO SIEMPRE— SOLO ADQUIRIRÁ SENTIDO SOBRE EL ESCENARIO.
En un espacio circular, abandonado, que recuerda a la basílica di Santo Stefano Rotondo de Roma, Topazia quiere poner un bar. Francisco, director de escena fan de Pasolini y novio de Topazia, la acompaña en la empresa. Aunque a él le interesa hacer teatro. También hay un pianista muy joven que toca en el piano siempre la misma pieza, y un muchacho con ojos de terror antiguo que vivía escondido en las ruinas. A ellos se suma una mujer mayor, que parece que no habla pero hablará. A todos les pasa lo mismo. Algo en ese espacio hace que sean tomados por gestos ajenos. Como si se tratase de un virus cada vez más poderoso, los cuerpos son movidos hacia formas ajenas e imprevistas.