Manu Sánchez sale al escenario simulando el momento del aplauso final de la actuación.
A partir de ahí, el escenario se convierte en un camerino y Manu comienza a hablar con la gente de tú a tú, como si compartiera con ellos un momento íntimo en el camerino, sin ninguna barrera, sin tabúes, sin corsé ni censura.