ISRAEL GALVÁN Y EL NIÑO DE ELCHE JUEGAN A DOBLE O NADA Y GANAN.
Todo tiene sus antecedentes y más en el caso de este espectáculo. El bailaor invitó al cantaor a su espectáculo La fiesta. El cantaor se llevó al bailaor en la promoción de su disco Antología del cante flamenco heterodoxo. Juntos ya habían ideado Las coplas mecánicas, una performance de infarto alojada en un festival tan, en apariencia, ajeno a su mundo como el Sónar. Así que ya venía siendo hora de verlos en una colaboración conjunta de envergadura como Mellizo Doble, espectáculo que encandiló a los japoneses en su estreno en Tokio en 2019. Ahora nos toca a nosotros.
En Mellizo Doble los dos huracanados artistas se embarcan en un viaje con billete de regreso hacia los orígenes del baile y el cante flamencos, pero nunca como un fin en sí mismo sino como un impulso, usándolos como el único resorte posible que les traerá de nuevo, pero por otra ruta, hacia su hábitat natural ubicado en la ruptura y la reinvención. Una manera nueva de entender el flamenco, de bailarlo y cantarlo, que ellos mismos llaman “traicional” porque sienten que se gesta en la traición a la tradición.
Hacer añicos el imaginario flamenco, recoger los trozos y recomponerlo desde una sensibilidad única pero emanada de dos artistas, es el principio del que parte esta propuesta que los arroja al escenario como mellizos salidos de un mismo vientre. El Niño desde la voz. Galván desde su cuerpo. Cante trasgresor y baile sin ataduras. De esa fusión explosiva sale Mellizo Doble, donde la locura ahora es compartida.