En 1980 Magüi Mira cautivó al público y a la crítica con su mítica interpretación de Molly Bloom. Hoy, las mismas palabras escritas por Joyce, vuelven a ser interpretadas por Magüi Mira que, con sus 78 años, nos acerca a una Molly nueva, insólita, ingobernable, irónica, y sensible al trato injusto que recibe la mujer.
Molly Bloom vive una noche de insomnio en su vieja cama de hierro. Su pensamiento libre y privado vuela con humor y sin pudor hasta sus más profundos deseos. Molly, inteligente y salvaje, desea su derecho a ser satisfecha sexualmente, desea su derecho a ser valorada como artista, exige su espacio en ese mundo rígido de principios del siglo XX donde Joyce la hizo nacer.
El próximo 17 de febrero, MagüiMira MollyBloom podrá verse en el Teatro de la Cuadra de Utrera y el 18 de febrero en el Teatro Juan Bernabé de Lebrija.
TODAS LAS MUJERES SOMOS LA MISMA MUJER
Qué es una mujer, se preguntaba seguramente James Joyce cuando escribió el último capítulo de su Ulises. 24.000 palabras. Sin puntos ni comas. Y como un hombre osado entró en el pensamiento de Molly. Pensamiento que definió arrollador y tembloroso de pura contradicción. Y cuando consiguió publicarlo el 22 de febrero de 1922, hoy hace 100 años, sus lectores se dieron de bruces con una Molly inabarcable, inclasificable, una mujer que no podían encapsular, como tampoco a la condición femenina.
Una mujer casada no podía pensar así. Se horrorizaron ante la desvergüenza de una mujer que recorría las calles de su vida a tropezones, vida que ella sabía inexplicablemente injusta. Sus gritos conmovedores, por la urgente necesidad de oxígeno limpio, zarandearon el alma de muchas mujeres y de muchos hombres que entonces leyeron ávidamente la novela esencial del siglo XX: el Ulises de Joyce.
Hoy las palabras de Molly Bloom permanecen intactas, pero el mundo se mueve y se transforma. Ahora puedo entender su resignación como una generosa aceptación del deseo insatisfecho de ser amada. Molly acepta la vida de mujer que sostiene el mundo, fuerza imparable de la madre naturaleza, de la madre tierra.
Molly es un espíritu libre y puro, que no se somete al control y al abuso masculino. Molly es una voz directa y limpia que habla de otra vida posible en la que ella quiere su espacio. Molly tiene los ojos cansados de las mujeres que han transitado años de su vida, la vida de las mujeres hembras, que amamos, parimos, y amamantamos a hijos, padres, amantes... Molly dice SÍ a la vida. Con un humor descarado y sabio. Y por eso, hoy, su capacidad de provocación es más impactante. De ahí nace su apabullante belleza.