Criaturas es un espectáculo para todos aquellos que una vez fueron niños. No es un tratado de pedagogía, ni una retahíla de recuerdos nostálgicos de los tiempos de la inocencia. Son quince escenas que muestran la terrible distancia que separa, a veces, a los mayores de los pequeños. Con la mirada del cómico – burlona pero implacable, incisiva y mordaz – los textos tienen el aliciente de tratar un tema serio (y a menudo, intocable) y el atractivo de la brevedad.
Los autores nos proponen su particular visión de la infancia y, por extensión, de la edad adulta. Atentan contra madres que odian a sus hijos o que los utilizan para superar sus propios traumas. También ironizan sobre niños y niñas perdidos en un mundo que no acaban de entender. Nos ofrecen una selección de cartas a los Reyes Magos que esconden nuestros deseos más íntimos. Y nos proponen encontrarnos con nuestro propio yo infantil, consiguiendo que acabemos odiándonos a nosotros mismos.
Una vez más, acidez y cierta insolencia sobre las tablas. No hay víctimas: atacan por igual a padres e hijos.