A través de la poética del movimiento, esta performance, que se ha realizado antes en ciudades como Ámsterdam, Ciudad de México, Barcelona o Sevilla, pone de manifiesto la complejidad y la fuerza de lo colectivo, la posibilidad de afectar y ser afectados por los otros, la posibilidad de disidencia y todo lo que se pone en juego entre lo individual y lo común en la toma de decisiones. Para Cubas, la pieza intenta trascender la idea de ‘obra’ para ser más bien un ‘experimento socio-estético’, donde el principio de ‘composición’ es remplazado por el de ‘organización colectiva’, lo que implica una responsabilidad compartida.