El personaje vive la experiencia de haberse quedado atrapado en el escenario. Cuando entra en escena no sabe dónde se está metiendo. No ha venido a actuar pero, como un bufón de corte arrojado al salón del trono, se verá obligado a enfrentarse a ese público que lo observa y a una serie de objetos para nosotros cotidianos y para él absolutamente misteriosos y sorprendentes.