Dos hombres dispersos y un destino incierto. Dos individuos sin futuro conocido. Dos tipos con poco oficio y ningún beneficio. Un nenúfar solitario y un lustroso ignorante. Uno toca la guitarra y el otro muestra diapos. Ese es el nivel de esta función. Mejor explicarse que seguir divagando. Esto merece, sin duda, un punto y aparte.
Pero no se vayan todavía, aún hay más ¿Es cierto que Pepín Tre también se hallaba en aquella fiesta loca? ¿De verdad lo olvidaron en ese hotel de costa? ¿En serio lo abandonaron a su suerte? ¿Son demasiadas preguntas, incluida ésta? Sigamos: ¿cómo pudo ganarse la vida durante estos ocho años con la única ayuda de una guitarra precolombina? Inquietante, ¿verdad? Todas esas dudas tendrán la canora respuesta que merecen en la segunda parte de esta farsa nunca vista.