MARCOS MORAU/LA VERONAL
Indiscutiblemente, La Veronal se ha convertido en la referencia internacional de la danza contemporánea producida en nuestro país. Los grandes teatros y festivales de toda Europa presentan y coproducen sus espectáculos, los espectadores llenan las salas y la crítica les llena de elogios. Lo cierto es que su singularidad en lo que se refiere al movimiento, a los textos que utilizan en sus creaciones (en los últimos años escritos por Violeta Gil y Celso Giménez de La Tristura) y sus espacios escénicos, conforman un universo singular, de una rara belleza contada por todas las sintaxis artísticas posibles.
Es evidente que el universo de la caja escénica no tiene secretos para Marcos Morau y los que tiene dialogan con este creador amante de los laberintos, de las escaleras, de las puertas que se abren una tras otra para abrirnos nuevas atmósferas a las que dota de un, no menos nuevo, lenguaje del cuerpo denominado KOVA.
Después de años sumergido en el dispositivo teatral he decidido detenerme en el escenario, en sus habitantes y mecanismos, en el misterio que irradian cuando todo se pone en marcha hasta que un día por fin se llega a la noche del estreno. La luz se apaga, el telón sube y de la oscuridad del teatro y de sus entrañas se ilumina el espacio y, como un bosque en la noche, aparecen las criaturas, los sonidos y una nueva ley que rige la oscuridad y todo lo que allí sucede.
Aquí las situaciones y sus personajes se encuentran perdidos, en constante búsqueda de su lugar y de su lógica, atrapados en un largo pasillo que conduce todas las posibilidades al infinito. Marcos Morau.
Tras su estreno en Barcelona, Juan Carlos Olivares afirmaba en El Periódico: Hay noches de teatro que quedan grabadas porque se llenan de sentido y placer. El estreno de un espectáculo que por sí solo justifica la necesidad de un teatro público. También en su ambición artística. Obras que dejan entrever con un brillante estallido de talento y sensibilidad el gran potencial de nuestros creadores, su originalidad y proyección internacional entre pares. Todo eso —y más— es lo que sugiere Opening Night, la última y espléndida pieza de La Veronal, debut de la compañía en el TNC