»Eso te pasa por ir despendolado’’
Mujeres ataviadas con camisones blancos cantan a la pena a compás de tangos, mientras el acusado penitencia callado con ellas.
El cautivo es despojado de sus vestiduras hasta ser desnudado por completo, crucificado y muerto.
Señoras mayores que murmuran en la cola de la pescadería, cotillean y juzgan.
En una esquina un joven sediento de afecto canta una copla a un pene desconocido.
Hospitalizado de nuevo, el futuro se ve mucho más crudo, sin efectos especiales.
Y ahora, ¿Cómo hablar de esto con naturalidad? En la sociedad actual que vivimos… es difícil. Nuestra moral nos impide hablar abiertamente de sexo y todo lo que a este rodea. Nos avergüenza porque estas enfermedades están estigmatizadas, pues pareciera que la sociedad nos obliga a cargar con culpa por la forma de haberlas contraído.