MARCOS MORAU / LA VERONAL.
Pasionaria, de Marcos Morau -Premio Nacional de Danza 2013 y figura reclamada en óperas y ballets de todo el mundo- es un montaje que se inspira en otras realidades para, quizá, entender la nuestra.
En Pasionaria, La Veronal nos lleva a un lugar donde se han anulado las emociones, y lo hacen con la danza, que es de lo más pasional que hay. Porque según Morau: Estamos inventando un lugar donde la gente no tiene pasión, ni emoción, ni facilidad para relacionarse, moverse, hablar, vivir. Analizamos cómo se mueve alguien que no siente, una pareja que no se quiere, una familia que no se sostiene a nivel emocional.
Pasionaria cuestiona el desapego emocional hacia el que nos dirigimos. Es una reflexión en torno a la idea de progreso que se está imponiendo. Un mundo artificial al que somos empujados, lanzados violentamente, donde el individualismo y la cobardía moral va convirtiendo el mundo en un lugar de adultos indefensos. Un futuro, obviamente, demasiado lejano.
En escena vemos a ocho bailarines, que se mueven casi como nosotros, que hablan casi como nosotros, pero podríamos asegurar que les falta aquello que nos hace humanos. Del mismo modo que una pintura oscura de Rembrandt o de Caravaggio está hablándonos de la luz, en Pasionaria todo lo que no está, todo lo que falta, es lo que queremos poner en valor. Por eso La Veronal utiliza los cuerpos de los bailarines y la escena misma como un espacio en el que esculpir en negativo, en el que mostrar el hueco, el vacío, la falta absoluta de pasión.
Como ellos declaran: Quizás Pasionaria no sea más que nuestra torpe forma de materializar un miedo, esperando, con suerte, ahuyentarlo.