IRENE CANTERO
UN VIAJE INTROSPECTIVO A LA VEZ QUE CÓSMICO A TRAVÉS DE NUESTRAS REALIDADES MÁS CERCANAS (EL INTERIOR DE NUESTRO CUERPO) Y LAS MÁS LEJANAS (EL EXTERIOR DE LA ATMÓSFERA, NUESTRA GALAXIA).
Descubrimos a Irene Cantero, al menos en el Central, con una pequeña intervención durante la noche del 8 de junio de 2019. Una noche que anunciaba algo que se ha convertido en realidad: la llegada a nuestros escenarios de una nueva generación de creadores y creadoras andaluzas que están haciendo que nuestra mirada cambie a la hora de leer aquella narrativa que se instala en nuestras dos salas. Una generación que se hibrida tanto personal como artísticamente, que se retroalimenta y crece con mutuos apoyos.
A esta generación pertenece Cantero, una creadora por decirlo con palabras manidas “joven y sobradamente preparada”. Nómada por su curiosidad a la hora de conformar su discurso escénico singular. Bailarina, diseñadora de iluminación, instaladora… pero sobre todo aniquiladora de géneros estancos.
La pieza que Irene nos propone es, en sus palabras, una introspección cósmica que ocurre en un espacio circular, ritual, ficcional… un planetario. El planetario, tal y como lo conocemos hoy, se inventó en los años 20 del siglo XX y algunos estudiosos escribieron sobre los temores que este nuevo aparato de estudio y simulación del universo les suscitaba. Por ejemplo, Walter Benjamin escribe en su artículo To the planetarium “que el progreso científico iba a destruir nuestra relación mágica con la cúpula celeste.” ¿Fue así? ¿es así? De momento, una nueva misión acaba de llegar a Marte, pero a la vez seguimos influenciadas por las fases de la luna, estamos en las eras de Acuario (recién estrenada) y de la posverdad y la saturación de información, tanto útil como banal, deja paso, de nuevo, a que las creencias de todo tipo sean necesarias. Es decir, si todo vale, si todo es posible ¿por qué no vamos a creérnoslo todo?
Así pues, el planetario es un lugar donde el techo desaparece y se hace uno con la esfera celeste para llenarnos —o saturarnos— la mirada de ficciones, creencias y experiencias posibles.