No dejamos de ver gente que, de manera cómica, en su empeño de conservarse a sí mismos, no cesa de destruirse. Una fiesta de suicidas. Se trata de esa voluntad de autoconservación dirigida a la muerte / Pero del tono de la ciencia melancólica intentamos pasar al de una ciencia jovial o tragicómica. (Sloterdijk).
Sara Molina desarrolla su trabajo en estrecho diálogo con los planteamientos teóricos de autores como Benjamin, Pessoa, Adorno, Lacan, Artaud, Beckett o Trías. Las voces de estos y otros nombres resuenan en su pensamiento estético y producción artística a modo de citas, alojadas con facilidad en un mundo que nace desde el fragmentarismo y la inmediatez, desechando la posibilidad de cualquier idea de totalidad con pretensiones de verdad única; en su lugar se construye un mundo de detalles nimios y casi azarosos, de instantes perdidos en los márgenes de la realidad. A este componente teórico se le opone una comunicación inmediata con el espectador, que adopta en ocasiones registros procedentes del cabaret, el show o el circo.
De esta manera se potencia un sentido explícito y consciente de teatralidad, que está en la base de esta reflexión escénica acerca de la realidad, la construcción del yo y el sentido. A este mundo de ideas y abstracciones se le enfrenta, buscando el contraste y no sin una buena dosis de humor, un tono cotidiano, casi familiar. Esto, junto con una estética sensual y cálida, evita el frío extrañamiento al que podría conducir un teatro construido a base de restos, restos de ideas y elementos escénicos, cuya yuxtaposición termina creando una atmósfera de extrañamiento, pero al mismo tiempo de una inquietante proximidad a la realidad del espectador. Oscar Cornago.
El espectáculo está protagonizado por Jesús Barranco, Ahmed Benattia, Andrés Montero, Cristian López, Enrique Martínez y Miguel Martínez. Tras estos nombres encontramos actores profesionales de prestigio reconocido, directores de escena y un estudiante de filología. Seis intérpretes que se dan cita en esta aventura singular y genuina en torno a una propuesta, una indagación con carácter singular y tal vez irrepetible; que no conforman un equipo, una unidad de destino, sino un nosotros tangencial, contingente. Francotiradores que se dan cita sin saberse explicar muy bien sus últimas razones, movidos por un deseo explícito; pero también con una zona en sombras y, por tanto, contemporánea.