Un montaje que invita a imaginar y fantasear con todo lo que nos da la gana, sobre todo si nos provoca bienestar y placer inmediato y nos libra de ataduras y corsés. En este caso, la imaginación nos lleva a pintar un mural con los pies, a cantar boca abajo o retorcida como una contorsionista, a mezclar brochazos de pintura azul con ráfagas de acordeón, a dejar que el cuerpo hable por sí solo a través de la danza o de verticales ejecutadas en lugares y con posturas inverosímiles.