El cuerpo se desdibuja y aparece el deseo de ser otra cosa, un estriptis, un show de transformista, un número de folclórica, un simulacro de otro plano de existencia donde los cuerpos puedan ser sonidos, objetos o un baile.
La mecánica sistémica actual capitaliza los cuerpos hasta tal punto, que hace que la única forma posible de contratacar sea destruirlos.