María del Mar Suárez la Chachi
Dos mujeres comen pipas en un parque, o en la puerta de una casa, o en un patio.
Comparten un espacio cotidiano común, una conversación, la intimidad del silencio.
De pronto, el cante y el baile rompenel mundo ordinario e introducen la magia.
En un tiempo suspendido, enigmático, la coreografía nace como un remolino delicado hasta transformarse en un torbellino.
Un taconeo que se queja y se ríe en bucle. Una canción que no se detiene, que se eleva y envuelve el espacio.