LISBETH GRUWEZ / VOETVOLK.
¿Cómo domesticar el aire? Para esta nueva creación, la intensa y explosiva bailarina y coreógrafa belga explora el poder de la meditación y crea una forma orgánica llena de armonía.
Alcanzando lo inalcanzable (flotando hasta las cimas a las que son capaces de llegar las prácticas meditativas) Lisbeth sube al escenario a 10 bailarinas para realizar un ballet que fluye sin cesar. Una danza en la que todas las intérpretes se conjuran como una sola voz, ya se trate de sus gestos repetitivos como del ruido de sus respiraciones, dando como resultado una pieza magnética.
Si meditar, es estar aquí y ahora, también podemos bailar el instante, el momento…
Por su parte Maarten, ese músico, cómplice habitual de la coreógrafa, esculpe el paisaje sonoro con la ayuda de sintetizadores minimalistas y frecuencias estremecedoras. De este ambiente vaporoso, pero plenamente consciente, surgen nuevas pulsiones que atraviesan nuestros cuerpos y nuestra mente, dibujando un nuevo estado del ser y, sin embargo, procurando alcanzar una nueva consciencia de uno mismo.