De William Shakespeare, en versión de Nando López por la compañía Teatro del Noctámbulo.
Tras diez años de guerra, Tito Andrónico regresa al fin a Roma, victorioso y con la reina goda Tamora y sus tres vástagos como prisioneros. Después de sacrificar, tal y como ordenan los ritos sagrados, al mayor de ellos, Tito solo aspira a buscar tranquilidad y reposo, pues bajo su duro gesto de general triunfante, vive también un hombre con el alma fatigada por la dureza de la contienda y la temprana muerte de la mayoría de sus hijos. Solo cinco quedan a su lado y, entre todos ellos, no puede disimular su devoción por Lavinia, en quien ve la esperanza de un futuro que quizá pueda escapar a la violencia que lo ha acompañado a lo largo de su vida.
Poco durará, sin embargo, la calma: enseguida se verá obligado a interceder en las intrigas políticas entre Basiano y Saturnino, dos hermanos enfrentados por su derecho a la corona del Imperio. El voto de Tito a favor de Saturnino precipitará una cadena fatal de hechos que convergerán, siempre, en un instinto tan universal como peligroso: la venganza.
Se dice de Tito Andrónico que es la obra más violenta, la más brutal de Shakespeare. Lo es sin duda desde el punto de vista numérico: hay multitud de asesinatos, hay mutilaciones y también hay una violación. Pero lo que hace fascinante este texto no son los actos violentos, sino los mecanismos que llevan a esa violencia y la medida en la que se ejerce. Cómo sus personajes, independientemente de sus motivaciones (o justificaciones), utilizan la violencia en el mayor grado que su ingenio y su circunstancia les permiten. ¿Por qué no se detienen? ¿Por qué no buscan un mecanismo de justicia? Tal vez sea porque su dolor personal les hace perder la perspectiva, o tal vez haya un instinto más oscuro. Tal vez infringen todo ese dolor porque pueden.
Estrenado en el Festival de Teatro Clásico de Mérida.
7 nominaciones a los Premios Max.
Entradas: Anticipadas 15 € / Taquilla 17 €
Venta en giglon.com y en la Casa Municipal de Cultura