LUZ ARCAS/ABRAHAM GRAGERA/CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL/ LA PHÁRMACO
Una obra inspirada en MARÍA TERESA DE LEÓN.
Cuando Luz Arcas baila se ensancha el mundo. Al menos ese mundo pequeño de una sala, de un escenario, de una penumbra. Es una bailarina tan física que retumba en los ojos de quien mira, y allí instala su precipitación y su poesía. Lleva el timón de La Phármaco, su compañía. Y desde ahí compone más que una forma de danza, una residencia en la tierra, otra forma de entender el porqué de las cosas. Así hablaba de la bailarina y coreógrafa el diario El Mundo con motivo del estreno en el Teatro Valle-Inclán de Madrid de Una gran emoción política.
El proyecto de esta mujer sureña no se detiene en los márgenes del oficio de bailar, sino que entra y sale de todos los lugares donde se aloja una conmoción, un extravío. La danza es necesaria. Su danza es necesaria. Porque reclama complicidad y sitio sin pedir exactamente nada. Porque pone luz allá donde a veces la luz salva.
Dividida en dos actos, la pieza comienza evocando la República, y continúa después rememorando los horrores de la Guerra. Arcas y Gragera combinan el movimiento con la voz, la respiración y la música para acabar levantando un hermosísimo monumento plástico en honor y recuerdo de la intelectual del 27. El montaje desborda pasión, emoción, esperanza, ilusión, melancolía y utopía por partes iguales.