A todos nos gusta el teatro. Pero quedarse encerrados en una sala durante toda la noche puede conllevar sorpresas. En tales circunstancias, el espacio se transforma: el ajetreo del público, el ir y venir de los técnicos, personal de sala y compañías es sustituido por la más absoluta oscuridad. A puerta cerrada y en mitad de la noche, el crujir de la madera de un viejo escenario es un ruido misterioso e indeseado. ¿Estamos en un teatro o en un búnker? ¡Y sin cobertura! Pero, ¿y si no estás solo? ¿Y si te toca pasar la velada con una perfecta desconocida cuyas intenciones también desconoces?
Este es el punto de partida de una función que navega entre la comedia y un homenaje al teatro mismo, sin olvidarse de los complicados entresijos que anidan bajo la gestión de un espacio dedicado a la cultura, tantas veces sujeta a la fragilidad.
Dos personajes se encuentran a solas, obligados a soportarse durante horas y van descubriéndose mutuamente en mitad de una larga noche teñida de sorpresas, enredos e instentos infructuosos para salir del teatro. Pero, ¿quién tiene las llaves?