El koala, como el poeta, es lento. Como el poeta, come poco. Come como el poeta, poco. Come el poeta, como poco. Su cabeza es grande en proporción con su cuerpo pero esto no significa nada. Sus dedos son prensiles y posee largas y afiladas uñas que le permiten trepar. Y trepan. Los koalas son muy monos. Esta expresión es extraña. Cuando llega el atardecer comen las hojas de eucalipto y leen versos. El resto del día hacen yoga. Es extraño. Este recital de Spoken Word es algo así como el yoga para los koalas. O tal vez botellón de versos en Manacor pero donde, como decía Huidobro, puede surgir una rosa sin citarla. Y quien dice rosa, dice koala.