Solo quedan las paredes, sucias y arrugadas.
El payaso, nos hace cómplices de la persona que lo habita para conectar con el fracaso, la solitud y la nostalgia con ingenuidad y descaro.
Un relato íntimo y alocado que nos habla de libertad, de adversidad, de crudeza y de pasión por una vida de circo errante.
Un espacio físico y temporal donde todo es posible, que mezcla las artes del clown, el teatro de gesto y la música en directo con piano, voz y clarinete.
El más difícil todavía, El creer en lo increíble, Adentrarse en la niebla e ir más allá...
Zloty habla de la historia de dos personajes, ex componentes de un antiguo circo ambulante de principios del siglo pasado.
Dos personajes que se quedan sin oficio después de que una gran tormenta les destroce la carpa.
Obligados, a la fuerza, a parar de trabajar.
La compañía se disuelve a causa de la situación y aquí empieza su fracaso, su agridulce decadencia.
Ahora, solo quedan ella y él. La almas más inocentes e inconscientes de la compañía.
El payaso y la música que, a remolque con su carpa rota y el camión con el que movían el circo, hacen camino. Por inercia, sin rumbo, observadores de un mundo cambiante...
No puedes dejar de ser lo que siempre han sido, así que intenta, por encima de todo, SEGUIR. Refugiándose en la profesión. En la risa. En el deseo de camino, el camión, el único que parecía seguir adelante y no abandonarles nunca, se estropea.
Y aquí empieza ZLOTY;
En el propósito de arrancar el camión es donde, sin pretenderlo, nos muestran su historia.
Como han llegado hasta aquí. Su vida en libertad y sus defectos, intentando sea como sea, arreglar el camión y SEGUIR.
Un payaso que se desnuda para mostrarnos lo que hay detrás de la máscara, "maquillándose y desmaquillándose".
El oficio es parte ya, inseparable de él.
La música, compuesta exclusivamente para Zloty, nos acompaña emocionalmente y acompaña en cada escena.
Como estos dos personajes, que se acompañan, se ayudan y se refuerzan. A su manera...
Trabajamos con una puesta en escena poética y potente, con el contacto con el espectador.
Con la vulnerabilidad que nos humaniza.
Con la complejidad de la sencillez.
Con lo entrañable por real, con lo que queda dentro de cada uno cuando todo acaba... cuando se cierra el telón.
Y es también por esto, que ZLOTY sucede en un pequeño espacio cerrado donde la respiración, el tacto y la mirada, no pueden no encontrarse.
Duración: 50 minutos.
Edad recomendada: Todos los públicos.