La escuela que cambió el arte (y el mundo), cumple 100 años. Alemania se vuelca en las celebraciones del la aniversario, reparando el error histórico de hace un siglo, cuando los nazis forzaron su cierre y provocaron el exilio de sus líderes.
El 1 de abril de 1919, los estudiantes cruzaron por primera vez el umbral. Los profesores, todavía alojados en hoteles, empezaron a trabajar en seminarios que alternaban la artesanía y los saberes técnicos, con el objetivo de generar un arte adaptado a las necesidades de la sociedad alemana de posguerra.
Las facciones más conservadoras de Weimar pusieron el grito en el cielo: en sus aulas había mujeres y hasta extranjeros. El cataclismo bélico había dejado la moral nacional por los suelos, pero también provocado la ilusión de un nuevo comienzo. Cientos de jóvenes llegaron a la ciudad donde murieron Goethe y Schiller para participar en la gran aventura de la escuela, que terminaría cambiando el rumbo del arte. “Juntos, déjenos desear, concebir y crear la nueva estructura del futuro, que un día se elevará hacia las alturas, como el símbolo de cristal de una nueva fe”, rezaba su rimbombante manifiesto, escrito en letra gótica y poco minimalista dirigiéndose al público.
En Weimar, se inaugura el nuevo Bauhaus Museum, a cargo de la arquitecta Heike Hanada. En mayo, le sucederá la restauración de la única huella arquitectónica de la escuela que queda en la ciudad: la Haus am Horn, vivienda de ángulos rectos que fue decorada con muebles diseñados por los estudiantes. En Dessau se abrirá otro museo en septiembre, que acogerá una colección de 50.000 objetos de la Bauhaus, proyectado por la agencia barcelonesa Addenda. Y en Berlín, a la espera de la ampliación del Bauhaus-Archiv de cara a 2022, la Haus der Kulturen der Welt acaba de inaugurar una exposición que rememora los vínculos del movimiento con las culturas no occidentales.