Contemplación de la lluvia de estrellas dentro del circuito cultural del Monasterio.
Una noche mágica. El cielo parece ser surcado por infinitas sendas de luz, que no son más que meteoros, partículas de polvo que se han desprendido de un cometa y que al entrar en contacto con la atmósfera se “encienden” creando esas sendas de luz. Este fenómeno natural se conoce popularmente como “Lágrimas de San Lorenzo”, santo español cuya onomástica (10 de agosto) está muy próxima a este acontecimiento natural. Martirizado hasta encontrar la muerte en una parrilla en Roma en el año 258, se dice que las lágrimas que desprende son el resultado de esta lluvia de estrella. Las lágrimas de San Lorenzo o Perseidas tiene su origen en el cometa Swift-Tuttle, del que nacen. Este cometa fue descubierto por Lewis Swift y Horace Parnell Tuttle el 19 de Julio de 1862 y cuenta con una diámetro de 9.7 kilómetros. Cada 134 años este cometa visita nuestro planeta, siendo su último paso por el Sistema Solar en 1992. Los meteoros, a una gran velocidad (59 kms/s aprox.) procedente de la constelación de Perseo y en los últimos años se han convertido en una de las citas más esperadas del verano. Por su alta declinación, sólo se puede apreciar este fenómeno natural en el Hemisferio Norte, donde gozan de gran popularidad. Contemplar el cielo nocturno en estas noches de agosto es una auténtica delicia. Aunque son visibles desde finales de julio, su mayor actividad se produce entre el 10 y el 15 de agosto, destacando la noche del 13 de agosto por su alta actividad. Lejos de la contaminación lumínica propia de las ciudades y a la que estamos tan acostumbrados, se puede contemplar esta increíble lluvia de estrellas fugaces mientras se pide algún deseo. Rodeado de familiares o amigos, las Lagrimas de San Lorenzo sirven de excusa para disfrutar de un buen rato entre seres queridos mientras te deleitas con este bello espectáculo de la naturaleza que parece pincelar el cielo a su antojo, como si se tratara de un lienzo.