El CICLO UN MUSICAL DE PALACIO une historia y zarzuela en unos de los mejores jardines del país.
Protagonizado por el Coro de Ópera Cajasur y con la zarzuela como hilo conductor en un escenario de 4.000 metros cuadrados.
Una visita nocturna y mágica recorriendo el extenso palacio, ayuda a percibir la primavera encerrada en sus doce patios, catalogados como jardines histórico-artísticos, y a conocer la historia de amor, todo un folletín decimonónico, de los primeros marqueses de Viana. El paseo por el laberíntico palacio comienza en la famosa portada en ángulo de la plaza de Don Gome, del siglo XVI, con relieves de Juan de Ochoa. En el balcón que queda entre las dos figuras, aparece el primer espíritu, el de la marquesa, de luto y triste. La hermosa voz del guía (Avelino Cazallo) nos indica en una frase cómo se siente la anfitriona: “padecer por vivir”. Al abrirse el gran portalón, el grupo accede al patio de Recibo, en donde el fantasma del archivero Fernando Guerrero (Rafael Montero), que lo fue de palacio desde 1863, durante el último cuarto del XIX, advertirá de “las paredes impregnadas de amor y lirismo” del lugar, para comenzar a narrar la historia de amor de Carmen y Teobaldo, quienes se convertirían en los primeros marqueses de Viana. Con ¡Aquí están los que buscamos!, de la zarzuela El barberillo de Lavapiés, el Coro de Ópera presenta a los protagonistas entre las columnas toscanas del patio. Carmen Pérez de Barradas, la marquesa viuda del último Cabrera, dio un giro a la historia del palacio al casarse en segundas nupcias con Teobaldo Saavedra y Cueto, hijo del duque de Rivas, el famoso escritor romántico. La marquesa no tenía descendencia con su primer marido y tampoco la tuvo con el segundo. El destino quiso que fuera el sobrino del I marqués de Viana, José Saavedra y Salamanca, el heredero universal de la inmensa fortuna de títulos y propiedades de sus tíos; propiedades entre las que se encontraba el Palacio de Viana. El paseo nocturno por los patios del palacio, que va mostrando el guía, corre paralelo a la narración de la historia de amor de los marqueses, contada por el fantasma del archivero. Con el rumor del agua de fondo y una explosión de olor floral y de árboles frutales, la ruta pasa por el patio de los gatos, con su saladero de alimentos y considerado como el patio de vecinos más antiguo de Córdoba, del siglo XV; el jardín árabe y el patio de la reja, con su fachada exterior manierista con vistas a la calle Reja de Don Gome, desde donde se exhibía el poder del palacio, y al que pone banda sonora la Habanera de Don Gil de Alcalá. Coro de románticos, de Doña Francisquita, suena bajo la arquitectura vegetal del Patio de la Madama, testigo de los amoríos de los futuros marqueses, como antesala a la inmersión en el jardín francés. Un jardín presidido por la habitante más antigua de Viana, una encina de 400 años, rodeada de boj, palmeras y hasta un cenador en el que se citan los amantes mientras suena Jota de los estudiantes, de El barberillo de Lavapiés. Un chotis en el Patio del Pozo, que toma agua del arroyo del Colodro y provee de agua a todas las fuentes y plantas del palacio, y una canción de ronda en el de la Cancela, trasladan al visitante al hermoso Patio de la Capilla, lleno de restos arqueológicos a la luz de las velas, al olor del incienso y al sonido del Sanctus de la zarzuela Cecilia Valdés.