Hola. Os dejo mi impresión del recital de la cantaora jerezana María Terremto en Sevilla el pasado 23 de mayo. Sed felices.
MARÍA TERREMOTO, “CANTAORA”, JUEVES FLAMENCOS CAJASOL, SEVILLA, 23 DE MAYO
UN (Y UNA TERREMOTO) LLAMADA MARÍA
José Cenizo Jiménez
Hemos titulado esta reseña del espectáculo “Cantaora” indicando que María Terremoto, su protagonista, es un terremoto de fuerza, un seísmo de poderío, cantaora jerezana de raíz. También es una Terremoto, nieta de ese dueño de la emoción flamenca llamado Fernando Fernández Monje “Terremoto” (1934-1981) e hija de otro “Terremoto” inolvidable, Fernando Fernández Pantoja, fallecido demasiado pronto en 2010. Con esas imponentes credenciales de escuela y familia de cante hace ya unos años que, pese a su juventud, veintipocos, María Terremoto está brillando con luz propia en esta ajetreada segunda década del XXI en lo flamenco y en lo general. Si bien es cierto que ese apellido y ese nombre artístico es toda una garantía y abre puertas, como les ha pasado a otros, también puede ser una trampa, un problema, pues hay que estar a la altura, sin ser lo mismo, por supuesto, ya que cada persona y cada tiempo tienen su personalidad.
María, con solo 16 años, ganó el Giraldillo Revelación de la Bienal de Sevilla. También ha obtenido otros premios relevantes: el Premio Joven Ciudad de Jerez 2019, Nuevos Creadores 2019 del Secretariado Gitano, Venencia Flamenca, etc. Grabó su primer disco, La huella de mi sentío, en 2018. Y no ha dejado de trabajar en peñas, teatros y en circuitos flamencos e incluso generales de la música desde entonces. Sin duda, por algo será, y la noche del jueves 23 de mayo lo demostró en Sevilla. Inauguró los XXV Jueves Flamencos con éxito de público y de arte. Como señaló, estaba feliz porque hacía pocos años que había estado en ese mismo lugar, pero formando parte de un grupo de artistas. Ahora lo hacía en solitario, acompañada de sus estupendos Manuel Cantarote y Juan Diego Valencia a las palmas y Nono Jero con su aire jerezano -de los Jero- a la guitarra, todos precisos y muy conectados tanto artística como anímicamente con la cantaora, su “niña”, su “jefa”, como dijeron con espontaneidad y cariño.
María, además de cantar muy bien, es una artista que sabe estar en el escenario, cuidando el porte, los movimientos, la conexión con el público. Como la simpar Aurora Vargas (homenajeada en mi pueblo, Paradas, en la pasada Semana Cultural Flamenca), canta y hace sus pases de baile. Empezó por martinete, al que siguieron una caña con aire nuevo y fresco, unos cantes de Levante de la tradición, las alegrías vivas de Cádiz y las serenas y deliciosas de Córdoba, los tangos de Pastora entre otras referencias, las bulerías con el empuje de Jerez y fandangos de varios estilos para redondear la noche. También hubo en medio del espectáculo, para que la “jefa” descanse, como dijo, un toque por bulerías, radiante y límpido, de Nono Jero.
En fin, una noche redonda, sin bis, en artista, de una hora aproximadamente (dejando la miel en los labios, sin cansar), con los cantes citados. Teníamos personalmente muchas ganas de verla en un recital completo. Nos convenció, desde luego. Solo echamos de menos, de veras, un cante por seguiriyas. Venir a Sevilla y no cantar por seguiriyas, siendo de Jerez y un terremoto y una Terremoto… no pasa nada, pero ahí hubiera llevado ya el recital a lo más alto, quizá. Otra vez será, seguro. Desde aquí se lo pedimos: que vuelva pronto y que no nos deje sin sus también grandes seguiriyas, de casta le viene, de casa le sobra… Una artista magnífica, cantaora que, de ahondar en esta faceta, complementando con lo que quiera, pero sin dejar de ahondar y diversificarse, de buscar también los bajos -los altos, como su admirada Paquera, los domina-, llegará a ser aún más grande de lo que ya empieza a ser. El tiempo nos dirá, pero el flamenco, con artistas como ella, está más que a salvo.
Fotos: Remedios Malvárez.