De Fernando de Rojas
Con esta versión de “La Celestina”, Eduardo Galán pretende acercar la tragicomedia a públicos más jóvenes y rozar la piel del alma de quienes acudan a verla. Ha buscado el dinamismo de la acción, el ritmo de los conflictos, la rapidez del paso del tiempo, para reflejar la idea central de la obra: “El carpe diem”, la brevedad de la vida, la necesidad de disfrutar de la juventud. Para ello ha realizado una labor de síntesis, ya que Fernando de Rojas la escribió a finales el Siglo XV para que fuera leída, no para ser representada.
Calisto, un joven noble apuesto y de preclaro ingenio, penetra persiguiendo a un halcón en la huerta donde se halla a Melibea, de quien queda profundamente enamorado. Ante el rechazo de ésta y aconsejado por su criado Sempronio, decide encomendar su cuidado a Celestina, para lograr por medio de ella el amor de Melibea. La alcahueta consigue mediante artimañas que Melibea se enamore de Calisto. Los criados de éste intentan explotar un beneficio propio a la pasión de su amo: que había prometido una cadena de oro a Celestina si lograba entre todos enamorar a Melibea. Cuando esto sucede, los criados reclaman su parte y ante la negativa de Celestina, la matan. Son apresados y ejecutados por la justicia, de lo que Calisto tiene noticia al día siguiente. Los amantes olvidan pronto estos tristes sucesos y gozan del amor hasta que un accidente fortuito acaba con la vida del joven caballero. Ante la muerte de su amado, Melibea sube a una torre y se arroja desde ella tras declarar las causas del suicidio a su padre. Termina la obra con el llanto y unas reflexiones morales de Pleberio, padre de Melibea.