«Cierra el grifo, que se gasta el agua. Siempre que Juliose dejaba el grifo abierto, escuchaba a su abuelo repitiéndole lo mismo: "Cierra el grifo, que se gasta el agua". O bien: "No malgastes el agua, que cuesta mucho". Parecía como si el hombre no pensara en otra cosa más que en el agua».
Julio contempla cómo su abuelo va envejeciendo en un lugar que no es su casa, recordando lo que dejó atrás: amores, trabajo, naturaleza y, sobre todo, ña pérdida de un pueblo inundado por el agua. Julio Llamazares narra, a través de la mirada de un niño hacia su abuelo, cómo se viven la pérdida y la vejez.