La protagonista de esta historia, una niña a punto de entrar en la pubertad, queda durante el verano confiada al cuidado de su controladora, arisca y, por momentos, tiránica abuela, y de su exuberante y curiosa prima.
Lo que podrían haber sido unas idílicas vacaciones en el campo, poco a poco se transforma en un encierro en un lugar aislado y asfixiante donde el tiempo transcurre tan lento que se mide en cosechas frutales.
Este matriarcado formado por mujeres encerradas en su propia soledad sirve a Leila Sucari para explorar la belleza del descubrimiento infantil, ajeno a los prejuicios de los adultos, y la progresiva pérdida de la inocencia en un viaje de acercamiento a la madurez, a sus desengaños y sus contradicciones.