Cuando Nina y su hija Alma son encontradas sin vida dentro del coche familiar, todo parece indicar que ha sido Kraus Fortuny, marido y padre de las víctimas, quien las ha matado. Sin embargo, el sargento de la Guardia Civil, Vasco Rivas, no opina lo mismo.
La despiadada crueldad empleada por el asesino y las pruebas que el sargento va recopilando en el transcurso de la investigación, hacen que dude de la versión oficial. Vasco se verá de esta manera enfrentado a un caso casi tan complicado como su vida personal. Una niña decapitada y una mujer maniatada, torturada y descuartizada no es algo que ocurra todos los días en Vigilia, un tranquilo pueblo situado en el norte de España donde el sargento es la máxima autoridad. Hombre de carácter, tendrá que resolver intrincadas preguntas que le irán asaltando desde el comienzo de la investigación, tales como por qué razón la sangre que empapaba la camisa de Kraus Fortuny no pertenecía a ninguna de las víctimas o qué podría haber llevado al tranquilo médico del pueblo a matar a toda su familia. Al mismo tiempo en Madrid, Bruna Ortiz, joven en paro y sin nada mejor que hacer que deambular por la ciudad para olvidar sus problemas, cae en shock al leer la noticia de los asesinatos acontecidos en Vigilia. Sin pensárselo dos veces, decide coger un autobús que la lleve de regreso al pueblo donde pasó su infancia y del que huyó hace años alumbrada por la certidumbre de conocer la identidad del asesino.
Los variopintos habitantes de Vigilia y sus intrincadas relaciones se convertirán en un entramado laberíntico, donde los personajes circularán desdibujados a medida que el caso avanza, abocados sin remedio a un desenlace de incierta resolución.