No hay muchos autores como Javier Sierra que arriesguen tanto a la hora de escribir. Que transformen su necesidad por comprender los enigmas del mundo en el que viven en una fuente inagotable de inspiración, o que utilicen la literatura para explorar los misterios más profundos que nos rodean. Quizá por eso Javier Sierra (Premio Planeta 2017) no ve las cosas como los demás. Sus novelas son toda una excepción. Y El mensaje de Pandora lo es más que ninguna, ya que posee un rasgo único que la diferencia incluso del resto de su producción. No es un thriller. No es un noir. No es una búsqueda del tesoro. Y, sin embargo, resulta tan apasionado y envolvente como cualquiera de esos géneros. Es «un Sierra».
Nos encontramos, en definitiva, ante una fábula, una narración poética escrita en primera persona con un claro propósito didáctico. Más allá de su estructura literaria y de sus personajes, estamos ante una carta escrita al futuro. Un libro-mensaje para todos los públicos que bebe de la mitología clásica y que entresaca de ella lecciones para un mundo en crisis.
La dedicatoria del libro —«A Sofía. La esperanza eres tú»— ya esconde una clave: en la «sabiduría» (Σόφια) está lo que puede salvarnos.
Nacida en pleno confinamiento mundial por la pandemia de la COVID-19, la génesis de El mensaje de Pandora tiene, además, algo de revelación. Antes de que Europa decidiera plantar cara a la expansión del coronavirus SARS-CoV-2, Javier Sierra tenía dos proyectos de ficción sobre su mesa de trabajo…, pero decidió interrumpirlos en seco. Recordó entonces al filósofo griego Antifonte, que ya en el s. V a. C. defendió que, en tiempos de tribulación, las palabras pueden llegar a sanar. Y con esa idea en la cabeza tomó una decisión radical: abandonar sus otros proyectos —«menos necesarios, menos urgentes»— para sumergirse en la novela breve que, con toques de diálogo platónico, nos confía en El mensaje de Pandora.
Para Javier Sierra, como para Antifonte, la misión más sagrada del escritor no es otra que la de ayudar a «sanar» psicológica y espiritualmente a la comunidad a la que pertenece. «Quizá por eso esta historia ha brotado tan fluida. Nunca había escrito algo así, tan poderoso y directo», admite. Es como si su contenido llevara tiempo dormido en su interior y el drama desatado por la pandemia lo hubiera avivado de repente. No es de extrañar, por tanto, que este sea un libro escrito en pocas semanas, como también lo fueron algunas grandes obras de la literatura universal: La metamorfosis de Kafka, El estudio en Escarlata de Conan Doyle o El jugador de Dostoievski.
«Asomarme al abismo —nos dice Javier Sierra— ha sacado lo mejor de mí.» UNA SINOPSIS HETERODOXA Arys, una joven cretense a punto de cumplir la mayoría de edad, recibe una extensa e inesperada carta de su tía. Se la escribe en Atenas al final de la última pandemia vírica que sacude al mundo. Es una misiva en papel, remitida a través del servicio de Correos griego, que de inmediato revela un contenido muy especial. Sus páginas están escritas a mano y rememoran el viaje que ambas hicieron solas, hace años, al sur de Europa. Francia, Gerona y las comarcas del Ampurdán fueron el escenario idílico de una aventura cuyos recuerdos, según se van desgranando, desvelan piezas históricas y claves documentales que ahora cobran todo el sentido frente a la crisis sanitaria.
Sin embargo, lo que de verdad sorprende a Arys es que esa carta parece poner en sus manos «la salvación de nuestra especie». En ella su tía le explica que las pandemias víricas nacieron con la invención de la agricultura y la ganadería hace 10.000 años. Fue entonces cuando los virus encontraron, en los primeros asentamientos humanos de envergadura, el ambiente óptimo para propagarse. De hecho, le sugiere que el recuerdo de ese «regalo envenenado» que trajo la civilización bien podría haberse incorporado a viejas historias como la de Pandora. Descifrar esos mitos y acceder a la segunda lectura escondida en ellos pondrá a Arys en la senda de la interpretación de hechos tan dispares como la aparición de la inteligencia o el surgimiento de las primeras obras de arte…
Pero esta misiva es, sobre todo, un mensaje cargado de urgencia. La humanidad —explica su tía a Arys— se enfrenta ahora a un futuro incierto. Está en una encrucijada y su reto es sobrevivir. Ya no parece tan obvio que esto sea posible, aunque le desvela que situaciones parecidas se han superado en otros momentos de la historia, dando pie a profundas transformaciones en nuestra cultura.
El texto —ágil y sembrado de referencias evocadoras— se empeña en abrir la mente a su joven destinataria. En darle perspectiva para que comprenda qué clase de criaturas somos y qué lugar ocupamos en el universo, y le lleva incluso a ese «oscuro instante» de nuestro pasado en el que una chispa surgida de repente nos hizo algo más que animales. Aquello fue, argumenta, una mutación en nuestros genes que pudo deberse… ¡a otra pandemia!
Hoy sabemos que los virus hackean las células para multiplicarse y se convierten, sin quererlo, en poderosos vectores de mutación. Según El mensaje de Pandora estos virus pudieron haber llegado —y siguen haciéndolo— desde el espacio exterior, en algún asteroide o cometa, donde lograron hacerse resistentes al vacío y a las temperaturas más extremas hasta fecundar nuestro planeta con su «carga vital». Es la visión de panspermia, una hipótesis surgida de la ciencia más ortodoxa para explicar el origen de la vida. Una idea que hoy es defendida incluso por premios Nobel. Los hay que apuestan por que se trata del proceso natural mediante el cual la vida poliniza todo el universo, pero también los hay que defienden que tras esa siembra se esconde una intencionalidad. Una inteligencia oculta… Quién sabe. El hecho es que, además de entre modernos astrobiólogos, conclusiones parecidas ya se encuentran recogidas en culturas de la Antigüedad como la egipcia, el cristianismo primitivo o el islam.
Si los virus a los que tanto tememos pudieron también hacernos saltar evolutivamente, ¿cómo no pensar que lo bueno y lo malo son dos caras necesarias de una misma moneda? ¿Pudo entonces la última pandemia venir del espacio? Esta carta contiene una pista más que abunda en esa dirección: poco antes de desatarse el virus que causó la COVID-19 un meteorito cayó cerca de Wuhan, en China, el foco de la infección.
El mensaje de Pandora propone asimismo una reflexión acerca del estilo de vida de los humanos y nos ayuda a ver cómo las pandemias lo han ido modelando catástrofe tras catástrofe.
En aquel viaje por el sur de Europa, Arys y su tía conocieron a una especie de sibila que les habló sobre lo que ocurrió justo después de sofocarse la peste negra. Escondida en el pueblo de Verges, aquella mujer les explicó que, tras cobrarse las vidas de uno de cada dos europeos del primer tercio del siglo xiv, el continente se vio obligado a reinventar no solo sus modelos productivos, sino también los políticos y culturales. La peste negra fue el auténtico motor que nos hizo saltar de la Edad Media al Renacimiento, de las sombras de unos saberes secuestrados por minorías a su expansión hacia todo y todos, repleta de luces, avances y libertad intelectual. No será la única lección que recibirán de ella. La sibila les hablará también de lo sucedido entre 1918 y 1920, cuando la mal llamada gripe española asoló de nuevo el planeta. Aquella pandemia emergió justo al final de la Gran Guerra, contribuyó a la caída del Imperio austrohúngaro pero, sobre todo, obligó a que se levantaran los modernos sistemas de sanidad universal y se impulsara la buena alimentación, la higiene y el ejercicio físico.
Post tenebras lux. Tras la oscuridad, la luz.
En esta novela breve, intensa e inteligente, se nos propone asimismo una discusión sobre la verdad y los dogmas imperantes en cada tiempo. Estamos ante un texto que contrapone ideas de un modo constante y ágil. Creer, dice su tía a Arys, es a menudo lo contrario de saber. ¿Y acaso recordar podría ser lo mismo que saber? ¿Podría la verdad estar en los recuerdos, aunque no se sepa que se tienen? Este es el «juego» metaliterario que une a la misteriosa tía redactora de la carta con su joven sobrina. Un juego en el que nosotros, como lectores, terminaremos también implicados, y que nos conducirá a una respuesta asombrosa oculta en un códice medieval que se conserva en el tesoro de la catedral de Gerona.
Por último, no debemos olvidar que este libro/fábula lleva en su título a «Pandora». Ella fue, según la mitología, la primera mujer de la historia. Y también quien abrió la «caja» que contenía todos los males del mundo. Pero no es cierto que esta solo contuviera males: aquel cofre también escondía dones. Y, aunque la leyenda nos muestra a Pandora como una víctima de su propia curiosidad, el trasfondo del mito visto desde la óptica de Javier Sierra nos hará dar un salto cuántico respecto a esa simplificación. Nos demuestra que a menudo es necesario detenerse para comprender. Para pensar, alejados del ruido del mundo, y subir un peldaño más en la escala de nuestro conocimiento.