Jean-Baptiste Grenouille tiene su marca de nacimiento: no despide ningún olor. Al mismo tiempo posee un olfato prodigioso que le permite percibir todos los olores del mundo. Desde la miseria en que nace, el protagonista escala posiciones sociales convirtiéndose en un afamado perfumista. Crea perfumes capaces de hacerle pasar inadvertido o inspira simpatía, amor... Para obtener estas fórmulas debe asesinar a jóvenes muchachas vírgenes, obtener fluidos corporales y licuar sus olores íntimos. Su arte se convierte en una suprema e inquietante prestidigitación.