MÚSICA Y CINE I ARTE I PEDAGOGÍA I LAS COSAS QUE TE HACE PENSAR EL ARTE
CAPÍTULO XXIII. ALGO SUENA DE FONDO: MY FAVORITES THINGS
Por
Ceres Adriana García-Baquero Velasco
Post #27

CAPÍTULO XXIII. LAS COSAS QUE TE HACE PENSAR EL ARTE.

ALGO SUENA DE FONDO: MY FAVORITES THINGS

 

Suena de fondo My Favorite Things (Mis cosas favoritas) de John Coltrane. Las notas del saxo soprano de Coltrane y ese piano de Miccoy Tyner, que le acompaña, me obligan a detenerme, sintiéndome en un espacio intemporal. Ahora, me sorprendo a mí misma con uno de esos gestos involuntarios del rostro que me hacen parecer lela. Esa media sonrisa que asoma, cuando la consciencia te lleva a otro lugar, a ese espacio de ese otro tiempo que se siente como un presente vivo.

Seguramente, al escuchar esta pieza, si es que no la conocía, identifique ese algo en su melodía que le es tremendamente familiar, aunque no pueda poner en pie qué es aquello que le suena tan conocido. Puede que me equivoque y comparta conmigo ese gusto por este género musical, el jazz y, por tanto, sepa de la relación de esta interpretación con su original. Pero imaginemos que no cae en la cuenta, en cuyo caso puede que, al oír “Sonrisas y Lágrimas”, ahora sí, es más que posible que la haya reconocido, a pesar de lo aparentemente distinta que suena de la que fue cantada por Julie Andrews.

Ahora ya sabe porque le sonaba My favorites thing, una de las canciones, que antes de llegar a la gran pantalla en 1965, bajo la dirección de Robert Wise, con el título original The Sound of Music (El sonido de la música, en España conocida como Sonrisas y Lágrimas), fue compuesta originalmente para la comedia musical en la que se basó esta película y que fue dirigida por Howard Lindsay y estrenada en Broadway, seis años antes.

Y, aunque en la obra original de Sonrisas y Lágrimas, la estrenada en Broadway, el papel de María fue para Mary Martin, en su adaptación cinematográfica, Robert Wise se lo dio a Julie Andrews, eligiendo a Christopher Plummer para el papel de Capitán von Trapp. El guion de la película, adaptación del libreto del musical teatral de Lindsay y Crouse, escrito por Ernest Lehman se basó en las memorias, La historia de los cantantes de la familia Trapp, cuya autora fue la verdadera María Augusta von Trapp. Y, como suele suceder en la fábrica de los sueños, el cine recreó la realidad con cambios sustanciales como los verdaderos nombres y sexo de algunos de los miembros de la familia von Trapp.

La película, que en un principio tuvo a una crítica dividida, frente a todo pronóstico, obtuvo un éxito inesperado. Llegó a ser número uno de taquilla después de cuatro semanas de proyección en cines. Se mantuvo en la lista durante cinco años siendo superada solo por Lo que el viento se llevó. Un éxito que rebasó las fronteras estadounidenses, batiendo records de taquilla en hasta 29 países de todo el mundo.

Recibió cinco premios de la Academia, incluidos Mejor Película y Mejor director; dos Globos de Oro, a la Mejor Película y a la Mejor Actriz, el Premio del Sindicato de directores de Estados Unidos a la dirección y el Premio del Sindicato de Escritores de Estados Unidos al Mejor Musical estadounidense escrito. En 1998, el American Film Institute (AFI) incluyó a The Sound of Music (Sonrisas y Lágrimas) como la quincuagésima quinta película estadounidense más importante de todos los tiempos y la cuarta mejor película musical. Y, en la actualidad, está conservada en el Registro Nacional de Películas, de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, después de que en 2001 fuese seleccionada y considerada una película "cultural, histórica y estéticamente significativa".(1)

Cabe preguntarse qué es lo que hizo y sigue haciendo tan atractiva a Sonrisas y Lágrimas, cuál es el secreto de su éxito. Sin duda, mucho tuvo que ver la interpretación de una joven actriz, Julia Andrew, abanderando esos valores compartidos, deseables, relacionados con la familia. Una película que parece recoger los deseos, los sueños asociados a una Noche de paz y noche de amor que, con la llegada de cada solsticio de invierno, conectando lo sagrado con lo profano, se celebra en el mundo cristiano. Qué mejor tema que el que trata Sonrisas y Lágrimas, historia sucedida en tiempos de guerra, donde los protagonistas son cinco niñas, dos niños, un padre y atractivo capitán viudo y una joven austriaca que abandona sus estudios como monja en Salzburgo, para ser la institutriz de la familia von Trapp. Una Mary Poppins más creíble, más de carne y hueso, cuya bondad y ternura seduce a la familia al completo, llevando la música a este hogar donde antes de su llegada faltaba alegría y sobraba un exceso de disciplina militar. Una familia que, a través del coraje, la fe y el amor se mantiene unida y, cuya creatividad artística, les funciona como vía para sobrevivir a la pérdida de su patria.

Lo cierto es que, aquella novicia existió. Su nombre de soltera, María Augusta Kutschera (1905 - 1987) y su historia, escrita por ella misma bajo el título The Story of the Trapp Family Singers (La historia de los cantores de la familia Trapp), publicada en Estados Unidos, en 1949, antes de llegar al teatro y al cine, fue también éxito de ventas. Pero el mayor éxito de esta familia estuvo en su música que, como salvoconducto les abrió todas las puertas, les facilitó un exilio a Estados Unidos, les dio una nueva esperanza, fama internacional y la eternidad de su memoria con el salto a la gran pantalla.

Pocas personas se resisten a ese encanto que encierra un guion e interpretación vitalista y alegre donde conflictos internos se van resolviendo, imponiéndose el deseo de amar y ser amados y, a pesar de los cambios de siglo, sigue conmoviéndonos, llegando a todo tipo de público al que no le importa volver a ella una y otra vez. Quizás, su éxito se deba a que sus protagonistas ofrecen claves sobre cómo enfrentar la adversidad y, a pesar de las lágrimas, poder sacar más de una sonrisa. Quizás tenga que ver con la música; quizás tenga que ver con lo verídico de la historia que se cuenta. Quizá sea por el claro mensaje de esperanza que nos reafirma qué todo es posible hasta lo que parece imposible.

En nuestro recuerdo permanecen sus canciones, su música, pero de todas, la más viva, puede que sea My favorites things, quizás por ese motivo, tantos otros la han hecho suya, reinterpretándola a su modo. Lo único constante es su melodía. Una melodía que nos llega como un susurro de tiempos felices que quedaron en nuestra memoria como una impronta imborrable. Su letra no definitiva permite este juego de interacción y reconstrucción de significados. Ofrece la estrategia para enfrentar situaciones difíciles, recogiendo la clave del mensaje que encierra la propia película.

Suena la música y ese vacío que quedó parece llenarse de presencia, palpita de nuevo con fuerza invitando a que, cuando todo vaya mal, cuando algo nos preocupe o inquiete siempre podremos encontrarnos, con nuestro pensamiento, con aquellas cosas que nos llevan a revivir momentos que nos hacen sentir feliz. Pequeños detalles, cosas sencillas que nos conectan con momentos vividos, momentos que llenan nuestra vida de sentido, cosas que nos sirven como vehículo para rescatar imágenes congeladas, sonidos reconfortantes, aromas, quizás esas anécdotas vividas con quienes, en otro tiempo, se compartió mesa.

My favorites things, canción, compuesta originalmente por Richard Rodgers y escrita por Oscar Hammerstein, en sí misma puede ser una de nuestras cosas favoritas. De algún modo, esta pieza musical y su canción original, que habla de aquellas cosas que nos gustan, objetos que nos rodean y que, en estas recientes fechas de festividad navideña, parecen ocuparnos y preocuparnos. Esos objetos materiales, pequeños o grandes objetos que nos acompañan. Objetos que quedan ligados a nuestra experiencia de vida, en los que residen un poco de nuestra propia identidad, un poco de cada cual, un poco de quien obsequia y un poco de quien es obsequiado. Objetos cuyo valor traspasa su propia materialidad para permanecer ligados a recuerdos que funciona como puerta para traernos imágenes, sensaciones, sonidos, olores, que nos conectan con esos otros espacios y tiempos que toman presencia. Podríamos pensar que, en el gesto de intercambio de objetos, de experiencias, de encuentros, de gestos, se ofrece esa puerta a la eternidad que nos permite transportarnos, conectar pasados y presentes.

Suena My favorites Things, la de John Coltrane y su saxo nos va envolviendo, nos arrastra a un lugar desconocido. Como un tren de mercancías que se frena de golpe, que ralentiza el paso antes de un cambio de vías. Ahora, el tiempo se ha detenido. Un instante que puede ser eterno, que nos permite sentir este momento como presente. También contiene todo lo vivido, con la lucidez de quien ya está en marcha, de camino hacia lugares aun desconocidos. En las fusas y semifusas, de Coltrane, hay matices que solo él conoce. Quizás un halo de melancolía que asoma como el susurro de esa vieja historia, de ese lugar lejano. Su música, sin letra, parece tomar distancia con la de Julia Andrews y, sin embargo, sigue siendo la misma, tan igual y distinta a la vez.

Las mismas notas, de una misma partitura, que bien podría considerarse la cosa en sí, desde la materia, siguiendo el pensamiento Kantiano y, sin embargo, tan distante. Eso que escapa a la materia, que supera a la materia, aquello que Heidegger(2) definiría como la cosidad de las cosas (the thinging of the thing), su esencia última, la que nos permite reconocer esta melodía que suena, a pesar de su aparente distancia; aquello que nos permite ver en el viejo al niño que en otro tiempo fue. Esta que, es reinventada por Coltrane, que sigue llamándose igual. El nuevo interprete añade nuevos matices, se detiene en detalles que para él son significativos y nos arrastra a su mundo interior, en un proceso de introspección hacia laberintos personales conocidos sólo por él.

Sigue sonando de fondo My Favorite Things, la de John Coltrane y, sin esperarlo, nos invaden sensaciones para las que no existen palabras. Solo el lenguaje del sonido, ese que nace de la escritura de signos musicales sobre una partitura que se estructura a través de compases, marcando tiempos y ritmos que son algo más, contenido en cada nota interpretada de un modo particular, personal. Me permito rememorar instantes de otros tiempos y los hago eternos, experiencias calladas que, en este momento, se hacen presentes. Me acerco a un lugar intimo e inaccesible para el resto del mundo, mi propio lugar, ese que solo a mí me pertenece, me pierdo en este lugar. Y es que, a veces, perderme es, my favorite thing, mi cosa favorita.

Las cosas que te hace pensar el arte, las cosas que te hace sentir.

 

CITAS Y REFERENCIAS CONSULTADAS

  1. Rodgers & Hammerstein (30 de mayo de 2013). Maria von Trapp teaches Julie Andrews to Yodel [video en YouTube]. Consultado en: https://www.youtube.com/watch?v=g6j376yOlm4
  2. Heidegger, M. (1994) Conferencias y artículos La cosa, traducción de Eustaquio Barjau, Barcelona, Ed. Del Serbal, pág. 154
  3. Bertram, C. (17 de diciembre de 2024). Conozca a la verdadera familia von Trapp que inspiró Sonrisas y lágrimas, en Biography [blog]. Consultado en: https://www.biography.com/movies-tv/real-von-trapp-family-sound-of-music
  4. Gearin, J. (2005). The Real Story of the Von Trapp Family, en National Archive [Blog], winter 2005, Vol. 37, No. 4. Administración Nacional de Archivos y Registros, Región Noreste-Boston. Consultado en: https://www.archives.gov/espanol/von-trapps
  5. Manel Clemente (23 de junio de 2011). Sonrisas y Lagrimas (The Sound of Music) - Spanish - Mis cosas favoritas.mp4 [video en YouTube]. Consultado en:  https://www.youtube.com/watch?v=siEhqPv4kDY
  6. Rothman, L. (2 de marzo de 2015). Detrás de las novicias rebeldes: por qué la verdadera María fue a ver a los von Trapp, en Time [web]. Consultado en: https://time.com/3719297/real-von-trapps-maria/
  7. Small, J. (26 de febrero, de 1978). Apparently Julie Andrews was too tame to do her justice, en Washington Post, p. A1
  8. Vince Cho (5 de agosto de 2022). John Coltrane Quartet My Favorite Things Live in Comblain-La-Tour 1965 [video en YouTube]. Consultado en:  https://www.youtube.com/watch?v=ehYM_cg2DHI
  9. Witchel, A. (1 de febrero de 1998). As ‘The Sound of Music Returns to Broadway, the von Trapps recall real lives, The New York Times, p. AR9.

 Sobre Ceres Adriana García-Baquero Velasco

Licenciada en Ciencias de la Educación, Pedagoga; Graduada en Bellas Artes; Postgraduada en Ciencias de la Comunicación y Postgraduada en Historia del Arte. Experta en Gestión del Patrimonio y la cultura (Universidad de Sevilla).

Docente, Artista Visual y Redactora de Contenidos en diversos medios de divulgación científica y cultural.

Comparte