Hola. Quiero contaros una emoción. La vida es un círculo. Vicioso y virtuoso a la vez, según cada persona con sus circunstancias y sus decisiones. El círculo virtuoso, a manos llenas, de la vida me ha traído de nuevo relación más continua con un amigo de toda la vida, sobre todo de adolescencia y primera juventud, esos años de juegos, de descubrimientos, de fiestas, de disfrutar del don de la alegría.
Ese don, junto al de la llama encendida de la fe y de la entrega a los demás, lo tenía y lo tiene mi paisano de Paradas (Sevilla) Antonio Bejarano Cejo. Cumple 25 años de diaconado y el sábado 22 de febrero a las siete y media de la tarde se celebra un encuentro religioso especial, una Misa de Acción de Gracias, un homenaje al fin y al cabo, en la iglesia parroquial San Eutropio de Paradas.
Me cuenta y nos cuenta en una entrevista que le hicieron en Radio TV Futuro de nuestro pueblo que tomó la decisión del diaconado con gran ilusión, pues le faltaba esto para completar su vida. Tenía que hacerlo y lo hizo compatible con su vida laboral y familiar. Hijo de Francisco Bejarano Burguillos y de Purificación Cejo Navarrete, está casado con Ana Carmen Herrera Vargas, tienen una hija, Laura, y una nieta, Paula, su debilidad, me dice.
Enlace a la entrevista:https://youtu.be/nnQWe4BxiFA?si=APR_cPJS4mbItQ7J
Antonio cursó estudios teológicos en el seminario durante cuatro años y, tras regentar una papelería, el arzobispado de Sevilla le ofreció un puesto de pastoral exequial en los tanatorios de la capital. Ha hecho muchos cursos de dinámica de grupos en Madrid y ha participado en retiros, encuentros y formación religiosa y pastoral permanente. “Siempre me estoy formando”, dice, así como que se siente muy muy feliz, o mejor, como escribe en el wasap: MUY MUY FELIZ.
El sábado 22 se rodea en la Misa, la primera boda y la última, el primer niño bautizado y el último, los amigos, mujeres y hombres de los que fue su catequista, el actual grupo de confirmación de adultos. En fin, toda una vida de entrega que se ve bien acompañada, y los años que quedan, que serán muchos.
A lo largo de este cuarto de siglo ha bautizado a más de 1200 niños y ha casado a más 500 parejas de novios. En fin, concluye, “cada uno será una pieza grande de este hermoso puzle de haber compartido la fe”. Mi enhorabuena a mi paisano grande. Como grande fue mi amistad con él, quien, por cierto, era todo un líder del grupo, un guía, el más alegre y con más carisma, toda una personalidad y, por supuesto, ya desde muy pronto con un alto y cristiano sentido de la fe y del amor al prójimo.
Recuerdo ahora entre la niebla de los días, pero con claridad, muchos momentos compartidos: estudiando en su casa o en la mía con compañeros, con nuestras madres siempre tan buenas, de guasa con la pandilla en fiestas y excursiones o simples reuniones, con el cura don José haciendo una obra de teatro sobre san Juan de la Cruz, ensayando en la sacristía, hartándonos de reír todos cuando no nos salía bien quitarle el hábito al que hacía de san Juan, otro amigo, Juan Peña, días de fútbol, etc.
Luego la vida nos fue alejando físicamente, él en Paradas, yo en Sevilla, capítulos diferentes que han vuelto a acercarse ahora, a la luz del presente, con fuerza. Nada, ¿verdad, Antonio?, como la amistad, como los buenos recuerdos, ¿verdad, queridos lectores?
Mi enhorabuena y mi admiración, querido diácono y amigo de siempre Antonio. A seguir al lado del que sufre… y del que ríe, que de eso sabes mucho también.
Fotos: Archivo de Antonio Bejarano Cejo.