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CAPÍTULO III. LAS COSAS QUE TE HACE PENSAR EL ARTE. Allegoria della primavera
Por
Ceres Adriana García-Baquero Velasco
Post #3

Este miércoles, 21 de marzo, hizo su entrada en este espacio del planeta que ahora ocupo, situado en el que llaman ‘hemisferio norte’, La Primavera (del latín prima, ‘primer’ y vera, ‘verdor’), tiempo de cosechas, de renovación, de renacimiento, de vida nueva, donde los días son más largos y el sol brilla más intenso, ha llegado como esa suave brisa que la acompaña.

Aún faltarán seis meses y dos días para que este ‘primer verdor’ comience con el equinoccio de primavera en esa otra parte del planeta al que llaman ‘hemisferio sur’.

Una pintura clásica viene a mi mente. Se trata de aquella de Sandro Botticelli que alrededor del 1481 haría el artista por encargo de Lorenzo di Pierfrancesco de Médici, primo de Lorenzo el Magnífico, con motivo de su matrimonio con Semiramide Appiani, hija del propietario de las únicas minas de hierro en la isla de Elba, que explotaban los Médici. Así es como no escapan a nuestra atención los naranjos al fondo de la escena, relacionados con la familia Médici, ni el mirto que aparece a espaldas de Venus o los laureles colocados como homenaje a Lorenzo di Pierfrancesco.

Está claro que Botticelli, conocedor de los textos clásicos e inspirado en la obra de Ovidio, supo entrelazar mitos relacionados con el origen de la fiesta del Calendimaggio en Florencia, muy celebrada por los Médici, relacionada con la pagana celebración primaveral de la Floralia y con la nueva concepción del mundo, el humanismo, que bebe de la cultura clásica.

Esta pintura al temple sobre tabla, de 314 cm x 203 cm, que encontramos en la Galería Uffizi, en Florencia (Italia), representa diversas figuras mitológicas relacionadas con el renacer de la cultura, del arte, del pensamiento humano que se expresa en Italia a través del arte con el Quattrocento italiano.

Vemos en el centro de la escena a una Venus humanitas que simboliza a la humanidad disfrutando del fenómeno de la primavera, coronada por su hijo, un Cupido cuyos ojos vendados nos hablan de ‘amor ciego’, con flechas que parecen apuntar directas a Castitas, la Cárite del centro que junto a Pulchritude y a Voluptas conforman ese cuerpo unitario de las tres deidades, el encanto, la gracia y la belleza.

Será Venus quien con su tradicional saludo de bienvenida, nos invite a ser partícipe de esta fabulosa escena mitológica en un bosque florido, siendo la única que nos mira fijamente.  

A su izquierda aparece Flora, próxima a la representación de su transmutación de la ninfa Cloris perseguida por Céfiro y convertida por este en la diosa de las flores, la diosa de la primavera. Así Cloris, a consecuencia del abrazo de Céfiro, ‘respira las rosas de la primavera’, tal como relata Ovidio.

La escena se cierra en el extremo opuesto con Mercurio que en actitud galante disipa las nubes para que no oscurezcan la primavera y observado por Castitas, la Cárite enamorada de este dios reflexivo, herida por las flechas de cupido.

Es una obra en la que se retratan a esos personajes de la sociedad florentina de la época transmutados en deidades del Olimpo, representados en escena, detalle que aporta teatralidad a la pintura.

Por su carácter enigmático no han faltado interpretaciones, pero lo que parece acertado es que hay mensajes entre líneas y una visión del mundo, del amor, de la vida, del renacer de la cultura donde el arte comienza a ocupar un lugar destacado y el artista es ahora un ser tocado por las ninfas.

Por Ceres Adriana García-Baquero Velasco.

Experta en Gestión del Patrimonio y la Cultura

Especialista en Counselling

(Lda. en Ciencias de la Educación y en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla)

Imagen de uso público de la pintura al temple sobre tabla, Allegoria della primavera (1481) de Sandro Botticelli, de la colección de la Galería Uffizi, en Florencia (Italia).

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