Todos somos conscientes de los efectos que la pandemia ha causado en nuestras vidas a todos los niveles: laboral, económico, social, familiar y personal. Y esto se ha visto reflejado en un aumento de la ansiedad, el estrés o el malestar emocional, afectando especialmente a las personas que padecían un trastorno de la conducta alimentaria o cuya situación anterior a la pandemia ya incluía factores predisponentes y precipitantes.
Los trastornos de la conducta alimentaria son, de forma muy resumida, alteraciones de la relación con la comida, provocadas por otros problemas a nivel psicológico: autoestima, ansiedad, dificultades emocionales, baja tolerancia a la frustración, alteración de la imagen corporal, falta de cohesión social o familiar, etc. Las personas que padecen TCAs sufren mucho ya que la comida (que no es más que la punta del iceberg) se convierte prácticamente en su único recurso emocional, en una obsesión o incluso en su forma de relacionarse (o dejar de relacionarse) con la vida (por exceso o restricción).
¿Qué influencia ha tenido la pandemia en los TCA? El hecho de estar encerrados en casa, en una situación de incertidumbre y con las emociones a flor de piel, con un almacén de comida a nuestro lado y disposición (durante la pandemia se incrementó la compra de harinas, snacks, bollería y chocolate) y no poder disponer de alternativas que permitiesen regular de alguna otra forma el estado emocional ha afectado en gran medida a los TCA de dos formas. Por un lado, las personas que ya padecían un TCA han agravado su situación, pues la comida ha continuado siendo un refugio y la principal fuente de control emocional, en mayor medida debido al caos que ocasionó la pandemia, dando lugar a conductas más restrictivas o más compulsivas. Por otro lado, han aumentado los casos, no sólo de TCA (más concretamente de Bulimia Nerviosa y Trastorno por Atracón) sino de otros trastornos mentales en general. Lo vemos en el día a día en la consulta, donde encontramos personas de todas las edades que, con o sin diagnóstico previo de TCA, acuden porque su relación con la comida es cada vez menos adecuada y les está torturando a nivel personal y emocional.
Dentro de la situación excepcional que todos vivimos hace un año, hubo determinadas acciones y situaciones que pueden explicar este aumento en los trastornos alimentarios: tener la comida al alcance de la mano, vivir una situación límite en muchos casos, aumento de la ansiedad, la angustia y el estrés, tener el foco del problema en casa (y no poder escapar de él), aumento del tiempo destinado a redes sociales (todo el mundo haciendo recetas y ejercicio), mayor sensación de apetito, incremento de la necesidad de hacer ejercicio (entre otras cosas por la culpa generada por comer más o peor), etc. Y es perfectamente normal que una situación así haya desencadenado una disregulación de la alimentación a nivel emocional. Lo más importante en este caso es dar el paso y pedir ayuda, porque de los TCA se sale.