Entrevista con Agustín Peralt por la publicación de su libro
¿Y cuando parece que podemos controlarlo todo… llega el confinamiento. ¿Cree que la capacidad de organización del teletrabajo en los hogares durante este último año ha sido positiva o, por lo contrario, ha empeorado?
Las circunstancias no han sido las más idóneas, sucedió todo muy rápido y obligó a convivencias complejas como la de tener a hijos pequeños en casa en horario de trabajo. Nos ha faltado pararnos a pensar sobre qué debemos hacer en cada momento y cómo planificarnos mejor, pues hemos solucionado mucha ineficiencia trabajando más horas. Muchas personas han llegado a Navidad sin energía y algunas han vuelto recargadas, pero están cayendo en las mismas trampas al no haber reflexionado lo suficiente sobre la situación actual. Todo proceso de cambio requiere una reflexión, una adaptación a nuestra realidad, el ir probando y viendo qué funciona y qué no, el ponerlo en común con otras personas y sobre todo una disciplina inicial. Y en algunos casos, este esfuerzo no se hace y dedicamos la energía a quejarnos, a lamentarnos sin tener en cuenta que todo depende mucho más de nosotros de lo que pensamos.
¿Es el trabajo en remoto una forma de trabajo igual de eficaz que la labor que se lleva a cabo en las oficinas o empresas de forma física y “normal”?
Debemos de tener en cuenta varias cosas que influyen en el trabajo remoto como el entorno de trabajo disponible en el hogar y la personalidad de cada uno. Hay a quienes la supuesta mayor soledad les afecta especialmente, sobre todo en aquellos casos donde la tarea es muy individual, con poca interacción. Pero si estos dos factores están resueltos, se puede ser igual de eficaz. El problema radica en que no dedicamos suficiente tiempo a pensar sobre ello para mejorar y queremos fórmulas mágicas e inmediatas. Pretendemos saber trabajar desde casa como trabajamos en las oficinas en un mes. Por otra parte, ventajas hay muchas pues ganamos tiempo al día y energía, de manera que, si lo planificamos bien, podemos aspirar a una verdadera conciliación. Ya conozco varios casos de personas que, gracias a haber dedicado tiempo y esfuerzo en perfeccionar este modelo en remoto, han logrado ser más efectivos de cuando iban 40 horas a la semana a su oficina.
¿Es evidente que la Covid-19 ha resultado una amenaza para la mayoría de negocios españoles y, en general, de todo el mundo. En su caso particular, ¿las nuevas formas de trabajo y de organización laboral le han sometido a nuevos retos?
Por supuesto que me ha supuesto un reto. En algunos temas me he equivocado, por lo que he dedicado mucho tiempo a pensar en ello y, desde la acción, reconozco que estoy mejor que antes de marzo a todos los niveles. Mi profesión de formador de directivos y profesionales es una nueva realidad que me ha traído más trabajo y nuevos retos. Estoy trabajando con equipos en Turquía, Francia y Portugal que han visto que podían trabajar conmigo a distancia, sin ser presencial.
La herramienta estrella de los últimos meses ha sido y es, sin duda, las videollamada. ¿Cree que su utilidad es positiva o que, sin embargo, existen otras alternativas más eficientes?
Las videos llamadas están muy bien pero no podemos abusar de su uso ni tampoco entender que nuestro organismo necesita recargas durante el día. Los ingleses ya le han puesto nombre a la fatiga del zoom: ZOOM FATIGUE . Acabamos el día con una sensación de mucho cansancio. Lógico, pues no hemos sido capaces de planificar las cosas pensando en cómo es el organismo de una persona. Nos gusta pensar que no podemos hacer nada pues las agendas van así pero no es cierto. Cuando intervengo con algún cliente y pensamos en ello, siempre logramos encontrar fórmulas de no agotarnos.
No todo requiere una video llamada y muchas cosas se pueden solucionar con el móvil lo cual te permite andar mientras llevas a cabo la llamada. Tengo clientes que me han confesado que se han pasado 10 horas prácticamente seguidas en video llamada, enganchando una tras otra sin, prácticamente, ir al baño. Esto es una barbaridad desde el punto de vista del cuidado de las energías que, en definitiva, es la capacidad de trabajo. Y, por otra parte, debemos aprender a dejarnos huecos entre video llamada y video llamada para relajarnos, para recuperar energías… Me gusta la medida que hemos implantado con algunos clientes de llevar las video llamadas a 45 minutos y a 20 minutos, empezando siempre a hora en punto o las medias horas, de manera que siempre existen esos 10 o 15 minutos para recargarnos.