Actualmente, en España hay más de medio millón de personas con 65 años o más. Y las previsiones apuntan a que esas cifras irán creciendo. En 2035, 1 de cada 4 españoles tendrá 65 años o más. Lo lógico sería deducir que solo ese medio millón de españoles tiene una piel madura. Sin embargo, esta cifra es superior e irá aumentando en los próximos años.
La piel es una de las partes del cuerpo que antes inicia su envejecimiento. Según datos que maneja www.nivea.es, la marca Nº1 mundial en cuidado de la piel*, en las mujeres, la piel comienza a envejecer entre los 25 y los 30 años, mucho antes de lo que se tiende a pensar cuando se usa la palabra "madura". Además de la genética de cada persona y de la edad, hay otros factores externos que pueden acelerar su envejecimiento. El más importante es la exposición solar, aunque hay otros que también afectan, como la contaminación atmosférica y los hábitos poco saludables como fumar, una mala alimentación o trasnochar, entre otros. Todos ellos provocan cambios en la estructura de la piel que pueden derivar en ciertas lesiones, muchas de ellas benignas, pero molestas o antiestéticas.
Los expertos dermatólogos de NIVEA explican qué cambios experimenta la piel hasta que alcanza la edad madura. De esta forma, será más fácil saber cuándo ha llegado la hora de adaptar la rutina facial a las nuevas características de la piel:
- Arrugas y pérdida de firmeza y elasticidad
La combinación de estos tres signos es una de las primeras señales que indican el camino hacia una piel madura. Con el tiempo, se ralentiza la capacidad de regeneración celular y disminuye la producción de colágeno y elastina, por lo que la piel pierde su sujeción natural y las arrugas se hacen más profundas y marcadas.
- Pérdida de hidratación más acusada
Otra de las señales es el incremento de la sequedad. La piel ya no conserva la hidratación con tanta facilidad, por lo que es frecuente la tirantez o incluso la irritación de la piel del rostro.
- Piel más fina
La menor producción de colágeno no solo provoca una piel menos firme, sino también que esta se vuelva más fina. También se reduce la grasa subcutánea en la capa inferior de nuestra piel, así como el tamaño de las papilas cutáneas, afectando al grosor de su estructura.
- Manchas
Suelen aparecer más en las zonas expuestas al sol, como el rostro, el escote o en las manos y los brazos. Son más frecuentes en aquellas personas que han tenido una alta exposición al sol durante su vida. Aun así, también pueden sufrirlas personas más jóvenes por otros motivos, como los cambios hormonales, o en forma de marcas debidas al acné.
- Mayor propensión a eczemas e infecciones
La menopausia acentúa todas estas señales de envejecimiento. Debido a la reducción de las hormonas sexuales, la piel se vuelve más seca y fina y pierde elasticidad. Esto no solo deriva en la aparición de arrugas más profundas, de tejidos más flácidos y de una piel más fina y sensible, sino que, en casos extremos, también puede incentivar la aparición de infecciones, eczemas o lesiones como las hiperplasias sebáceas, unos pequeños bultos cutáneos.
Con el paso de los años, todos iremos viendo en nuestra piel estos signos de la edad. No obstante, una buena rutina de cuidado consigue retrasarlos para mantener una piel tersa, firme y luminosa durante más tiempo. Desde NIVEA explican qué pasos seguir para conseguir que el buen estado de nuestra piel dure muchos más años:
1. Hidratación de la piel
Cada tipo de piel necesita unos cuidados diferentes. Pero todos coinciden en lo mismo: hidratación profunda. Conforme pasan los años, es importante proporcionar a la piel la hidratación que ya no puede conservar por sí misma, por lo que será necesario insistir un poco más y utilizar productos de cuidado más hidratantes.
Con la llegada de la menopausia, se hace necesario intensificar aún más el cuidado de la piel, y no solo en el rostro, sino en todo el cuerpo, utilizando geles o jabones suaves que no afecten a su capa lipídica natural y también reponiendo la carencia progresiva de componentes naturales de la piel mediante productos hidratantes específicamente desarrollados para reforzar la hidratación intensiva de la piel madura.
2. Beber agua suficiente
La ingesta de agua es la principal fuente de hidratación de nuestra piel. Cada persona necesita una cantidad distinta de agua para mantenerse hidratada. No es lo mismo vivir en un clima seco que en uno frío y húmedo. El peso y la cantidad de actividad física también influyen. En cualquier caso, el mejor consejo es beber agua cada vez que tengamos sed y que la media diaria ronde los dos litros. Puede ser también en forma de infusiones, y una dieta rica en frutas y verduras también contribuye a esta necesidad de hidratación.
3. Usar protector solar todo el año
La exposición al sol es uno de los factores que más influyen en el envejecimiento prematuro. Para evitar que este fotoenvejecimiento afecte a la piel, es indispensable utilizar protector solar todos los días, sea verano o invierno, en días de sol o nublados.
4. Exfoliación
Exfoliar el rostro con cierta frecuencia es un paso necesario para renovar la piel. Además de eliminar las impurezas y células muertas de su superficie, ayuda a que los productos hidratantes posteriores se absorban y penetren mejor. Es importante no exponerse a la luz solar después de la exfoliación, por lo que la noche es el momento ideal para hacerla.
5. Evitar los malos hábitos
Debemos evitar malos hábitos como el tabaco, el alcohol, una alimentación poco adecuada sin nutrientes antioxidantes o no dormir las horas suficientes. Tanto las toxinas como los demás malos hábitos incrementan los radicales libres que nos hacen envejecer, y por eso son tan importantes los antioxidantes (tanto para el organismo en general como para la piel) para contrarrestar estos efectos.
6. Combatir los efectos de la contaminación y mantener la piel limpia
La contaminación acelera también en gran medida muchos de los cambios que experimenta la piel madura. Por ejemplo, una larga exposición a la contaminación provoca los radicales libres que aceleran el envejecimiento cutáneo, por lo que favorece la aparición de arrugas, la flacidez y el descolgamiento de la piel en ciertas zonas del rostro. Además, reduce los antioxidantes, lo que empeora la tolerancia a la luz solar y por tanto, provoca las manchas de la piel. Y, por supuesto, hace que se acumulen impurezas en los poros y que la piel no respire. Así pues, una buena limpieza facial diaria ayudará a eliminar todos los residuos que deja la contaminación y complementar la rutina cosmética con ingredientes antioxidantes mantendrán alejados los signos de la edad por más tiempo.
7. Hacer ejercicio
El deporte tiene muchas ventajas para la piel. La primera de ellas es que gracias a un aporte mayor de oxígeno, ralentiza la aparición de arrugas y el deterioro cutáneo. Asimismo, expulsamos toxinas nocivas del organismo cuando sudamos. Y después de hacer ejercicio descansamos mejor, un paso imprescindible para el proceso de regeneración de la piel.
Por otra parte, siempre hay que compaginar el deporte con los demás consejos: no hay que olvidar el protector solar e ir hidratándonos con frecuencia.
La Doctora María Agustina Segurado, experta asesora de NIVEA ha comentado: "Lo más importante para retrasar los signos de la edad es ser conscientes de que el proceso biológico de envejecimiento de la piel comienza muy pronto. A los 25-30 años ya aparecen los primeros signos, como las líneas de expresión y una pérdida de firmeza incipiente, por lo que es imprescindible cuidarnos desde muy jóvenes, para retrasar lo más posible los signos de la edad propios de la piel madura, que se suelen desencadenar en la mujer una vez pasada la menopausia. En NIVEA hemos querido recopilar estos consejos para reconocer estos signos cuando aparezcan y para aplicar los tratamientos más adecuados en cada momento de cambio en nuestra piel. Los hábitos saludables y recurrir a los expertos en cuidado de la piel contribuirán a que la piel siga tersa, firme y luminosa durante mucho más tiempo."