Se tiene como verdad absoluta que los artistas consumen y son consumidos por el arte, por otros artistas, por la literatura, por el cine. Si bien, Dalí cumple estos requisitos -su admiración a los clásicos, su simpatía hacia Lorca, su relación con Luis Buñuel-, también fue nutrido por las ciencias. Concretamente por la física.
Bajo esta premisa se desarrolla la exposición del CaixaForum de Sevilla, Dalí Atómico. Una visión biográfica del pintor desglosando la obra que se presenta y suscitando tantas preguntas: ¿Fue Dalí solo pintor? ¿Qué estudiaba Dalí? ¿Cómo trabajaba? ¿Quiénes fueron sus amigos? ¿Sus ambiciones? ¿Sus referentes? Más allá del personaje, bajo el bigote y el tan singular timbre de voz, Dalí mostraba una curiosidad extremadamente humana.
No solo alrededor de su personaje, también el de Gala, una figura opaca que contrarrestaba con la extravagancia de la que hacía alardes su marido. Elena Ivánovna Diakonova, Gala Éluard y finalmente, Gala Dalí. La mujer que se repite en los cuadros surrealistas; su rostro, su cuerpo, su esencia inspiradora. Más allá del atributo de musa, Gala se encargaba de la administración. Lejos de convencionalismos tuvo relaciones extramatrimoniales consentidas. Estos y otros componentes hacen de Gala un enigma. Tal era la admiración que Salvador Dalí profesaba por su esposa, que la fusionó con el mito creando Leda Atómica -presentada en 1947 y finalizada en 1949- en la etapa que residió en Estados Unidos.
La mística atómica se había apoderado de su mente, en 1945 Hiroshima y Nagasaki habían sido bombardeadas engendrando un gran desastre. Las repercusiones fueron fatales a niveles humanos, también en las sensibilidades y miedos que fueron impulso para que Dalí se sentara en su sillón a crear Leda atómica. Surrealista, paranoica, crítica.
Habiendo cuidado cada detalle de la composición, la obra se presenta como una combinación de varios mundos, varias destrezas, conocimientos, investigaciones minuciosas; porque para Dalí cada detalle era absolutamente significativo.
Por todo esto, cabe reflexionar acerca de dos cuestiones: ¿qué estimulaba al artista? y ¿qué nos provoca hoy a nosotros? Para la primera, la exposición ofrece pinceladas; para la segunda hay que contemplar detenidamente su trabajo.