Peinado vive una relación enriquecedora con unos fantasmas interiores que le exigen plasmarlos en imágenes. Una vez más, el artista presenta historias al margen de cualquier código establecido, subrayando de forma personal la puesta en entredicho del ser humano y su entorno.
Este tiempo, diferente y especial, le ha empujado a reencontrar caminos para expresar experiencias nuevas e interiorizar los cambios surgidos de la pandemia del coronavirus: el confinamiento, la distancia social, el miedo. Pero también ha querido trasladar sobre cartones productos de la imaginación asociados a creencias presentes en el ambiente y que reflejan supersticiones, anhelos, esperanzas. El mundo del espacio. Acercar planetas, construir estrellas. Este es el universo, nuevo y viejo, que nos regala Francisco Peinado y que ha titulado: “COVID”
Peinado destaca por la calidad de su diseño y el dominio de una técnica que conoce y emplea para expresar matices exquisitos, tanto en la composición como en el color. Así, construye paisajes, personajes y objetos con fuerte carga onírica, fantasmal, inquietante. Un lenguaje de soledad y aislamiento que se rompe en trazos de ironía y desconcierto. Su pintura ha discurrido por caminos figurativos hasta la década de los noventa del siglo pasado, en que se abrió a la abstracción, seguramente como necesidad de profundizar en la pura pintura, volviendo después al mundo de las cosas, las historias y la naturaleza que sigue desarrollando a través de imágenes de pintura imaginativa, simbólica y social, con un dibujo de ritmo calmo que puede convertirse en un momento dado, en vertiginoso y desconcertante. En sus cuadros hay mucho de poeta que acepta a regañadientes el entrañable vaivén de su vida sin renunciar nunca a su faceta inconformista.