Un itinerario entre arquitectura, literatura y retrato
Damián Flores (Acehuche, Cáceres, 1963) pertenece al selecto grupo de artistas que forman parte de la Colección de Arte Contemporáneo de la Diputación de Cádiz.. Sus cuadros plasman la vida de las ciudades, con sus viandantes, sus edificios racionalistas y art déco, y ese regusto por los viejos cines, las fábricas abandonadas, y toda suerte de lugares a los que Damián Flores rodea de una extraña melancolía.
Y es que en Damián Flores hay una doble militancia, la de lector-espectador y la de artista, que conforma su mirada y determina su obra. Una confluencia que se refleja en otra vertiente de su pintura como son los retratos dedicados a modo de homenaje a los escritores pero también a los fotógrafos, arquitectos y directores de cine que pueblan su imaginario esencial.
Todos ellos forman una larga y destacada nómina de personajes, siempre situados en contextos reveladores y sugerentes de la actividad y del entorno especifico del retratado.
Su itinerario personal, de cosmopolita castizo a lo Ramón Gómez de la Serna, se extiende por La Habana caribeña y vanguardista; por la Galicia mágica y moderna de Álvaro Cunqueiro y del portugués Álvaro Siza, a la que también lleva a Giorgio De Chirico; por el Gijón de Julián Ayesta y la arquitectura racionalista y art decó, de la que recupera insospechados rincones; por la Barcelona de la periferia y las estaciones de ferrocarril, este un espacio esencial en el artista; por el Bilbao moderno de entreguerras y su ría de bosques de grúas y chimeneas, espléndidamente pintadas; por la pessoiana Lisboa; por la académica Italia, donde se acerca a los metafísicos bien vía Roma o Florencia; por el morandiano Nueva York; por el París modianesco de colaboracionistas y traficantes en los años negros de la Ocupación y la posguerra o por el Buenos Aires de su Roberto Artl y del magnífico Kavanagh, su Capitol austral.