IRENE INFANTES
Irene Infantes echa mano del textil para redescubrir la historia con minúsculas. Esa que se cuela entre los agujeros de las narraciones con mayúsculas. Una vez la conoce la lleva a su terreno para trazar una especie de ajuar desde el que hablar de memoria y biografía.
Irene Infantes tiene visión de arquitecta. La suya es una obra textual e iconográfica pensada como arquitectura menor. Una casa no casa que, al igual que los paraguas, pueda abrirse o cerrarse, e incluso puede significarse simplemente como presencia visual. Asimismo busca hallar un tejido no tejido que, al igual que el fieltro, carezca de trama y urdimbre. La artista yuxtapone materiales e ideas pero como iguales. Las bellas artes con las artes aplicadas, por ejemplo, cuya relación ella lee apenas sin distancias, como si fueran su lengua madre.
En sus obras, es habitual ver agujeros y cintas en una suerte de composición aparentemente azarosa pero delicadamente pensada.
Algunas de ellas parecen danzas libres o caprichosas coreografías de colores. Otras, simulan un manual de construcción de un hábitat imaginario. Bajo sus composiciones, establece un patrón visual que hace referencia a medios didácticos, como ábacos u otros juguetes de desarrollo enfatizando el lado lúdico e ingenioso, creando una estética sumamente personal en la que las figuras son tan dependientes del significado como las palabras o símbolos lo son dentro de un texto.