El tigre con salsa violeta representa el camino por el que nos trae el mundo Anna Jonsson, la versión que ha decidido proporcionarnos, donde la reflexión, la discusión e incluso la polémica están servidas.
El tigre con salsa violeta profundiza en torno a los temas que interesan, e incluso obsesionan a Anna Jonsson, tales como la igualdad, los abusos a las mujeres y a la infancia, la violencia, la fuerza creadora, en los que trabaja casi compulsivamente desde las artes plásticas y visuales, materializándolos en diferentes formatos y técnicas (escultura, arte textil, vídeo, performance) y tratándolos desde su particular mirada y con la ácida ironía y humor que le son características.
La exposición se articula en dos grandes ejes. Por una parte “el tigre”, que es la fuerza que la impulsa a la acción y al proceso creativo, que sigue investigando como continuación y desarrollo de un proyecto anterior titulado El tigre en mí. Esa fuerza interior que a veces la domina y la maneja a su antojo; su álter ego que no puede frenar, ni quiere hacerlo.
Por otra, La Supervioleta, que para Anna es el prototipo de mujer feminista, mayor de 40 años, de ciudad, de buen corazón pero muy sabionda y pesada, luchando constantemente por ser mas feminista que nadie. Anna Jonsson se adentra en ese lado oscuro y reivindica la autocrítica dentro del feminismo con su personaje “la supervioleta”, asegurando que “para ser fuertes debemos poder reírnos de nosotras mismas”.
Estos dos ejes culminan en la muestra a través de la performance La gran batalla supervioleta, que se estrena para la exposición. Un duelo (Drum-Duel), en la que participan dos baterías (Amanda Palma y Carolina Cebrino) dirigidas por una maestra de ceremonias (Greta García). Las tres supervioletas, rapean durante el duelo compitiendo con la temática “¿Quién es más y mejor feminista?”.