El título de una pintura de 1952, El viajero sin brújula, hace las veces de emblema de esta exposición de Jean Dubuffet (1901-1985), artista prolífico que convirtió el no-saber en principio regulador de su singular creación, jalonada por conjuntos seriales de obras.
La imagen del viajero sin brújula concuerda con un artista enemigo de las convenciones no solo pictóricas, también sociales. Desde sus primeras obras, Dubuffet demostró su interés por los dibujos infantiles, los grafitis y el arte bruto, expresión acuñada por el artista en 1945 para referirse a la producción artística de personas totalmente ajenas al mundo de la cultura, que de manera sistemática se dedicó a estudiar y coleccionar.
Sus obras posteriores, son calificadas de prehistóricas, distinguidas por rasgos como la frontalidad, la torpeza del dibujo y la libertad en el manejo de los colores. En permanente búsqueda de innovaciones pictóricas, Dubuffet se fue alejando de la figura para volcarse en investigaciones matéricas. Siempre audaz e inquieto, recupera la figura humana y la vida en las ciudades para plasmar la condición humana.
Uno de los grandes nombres de referencia de la creación del siglo XX, tanto en pintura como en escultura, su gestualidad inclasificable le convierte en un autor único e insobornable.