Martínez Bellido utiliza la fotografía experimental para indagar en las posibilidades estéticas y poéticas que le brindan el uso abstracto de la técnica. Es una investigación de y con la luz que da lugar a un alfabeto visual basado en la experimentación, en asociaciones libres alejadas de un marco representativo que opera en base a la verosimilitud. Aunque algo de representación hay: lo que se ve es el resquicio, el rastro, de una gestualidad empleada con una serie de objetos. En su proceso artístico, el fotógrafo desmonta telescopios y prismáticos para extraer sus componentes ópticos (lentes, prismas, espejos y filtros) y utilizarlos bajo una ampliadora fotográfica, generando así formas y deformaciones del haz de luz que quedan grabados en soportes fotosensibles.
Martínez Bellido se hace servir de la manipulación de la luz y de unos elementos propios del instrumental fotográfico para generar unas imágenes completamente abstractas, que se presentan como una virtualidad fijada del mundo.