La mirada trágica de Goya frente a la hedonista de Picasso. Las series sobre la tauromaquia de ambos genios de la pintura se exponen por primera vez juntas. 33 planchas originales de cobre de la "Tauromaquia" de Goya (1816) -siete de ellas grabadas por las dos caras- junto a las 40 estampas resultantes; frente a ellas, las 26 aguatintas de Picasso, más la cubierta del tratado sobre la lidia al que iban destinadas, de 1957.
En total son 104 piezas, a las citadas se suman otras cuatro estampas de Goya de la serie "Toros de Burdeos", de 1825. La muestra ha sido organizada junto a la Fundación Bancaria Unicaja y en colaboración con el Museo Picasso de Málaga, con motivo del 50 aniversario de la muerte del pintor malagueño.
La tradición Mediterránea de Picasso
Distintos conceptual y estilísticamente, Picasso es "más hedonista" y a la vez arraigado en una tradición mediterránea que engloba al minotauro y a toda una civilización, ha explicado el comisario Martín, mientras que Goya es más dramático y sus imágenes son "como fogonazos".
Hay constancia de que Picasso conoció las estampas de Goya, que llegó a mencionar por escrito y que circularon mucho en su época, pero también hay reflejo de ello en algunas de sus composiciones como Salto con la garrocha, muy similar a Ligereza y atrevimiento de Juanito Apiñani en la de Madri", de Goya.
La serie de Picasso fue un encargo que le hizo antes de la guerra civil Gustavo Gili Roig para ilustrar un tratado del diestro José Delgado, "La tauromaquia o el arte de torear", pero quedó aparcado hasta 1957, cuando lo retomó en su villa de Cannes. Grabó 26 aguatintas al azúcar, más una cubierta a punta seca, todo en una sola tarde, en tres horas y media, unos días después de haber asistido a una corrida en Arles. Es la mirada de un aficionado que saborea distintos momentos de la fiesta en la plaza.