María Akaso se inicia en el mundo del arte en el teatro y dentro de ese mundo pronto le atrae la decoración. Simultanea estas dos actividades durante un tiempo y cuando sus decorados se convierten en auténticas obras de arte la impulsan a entrar en el mundo de la pintura. “Pintar me produce la sensación entrar en una nueva dimensión en la que dejo libre la imaginación y aparece otra yo que tiene magia en sus manos y que me sorprende cada día”. “La pintura es la vía que he encontrado para expresar mis sentimientos. Mis obras me ayudan a conocerme, a través de las emociones que me trasmiten quien las contempla”. María Akaso, bebe de las fuentes del impresionismo y de los movimientos posteriores que revolucionan la pintura en los albores del siglo XX. Es inconformista, como todas esas generaciones y trata de plasmar el drama de nuestras vidas. Quiere ser portavoz de los abusos de la sociedad hacia los más débiles y quiere hacer patente su dolor.

Nos descubre su parte fovista para dejar ver la belleza dentro del drama y nos enseña su parte más brutal en blanco y negro. Daniel Arenas, director de la sala de exposiciones Ares de Córdoba y miembro de la Asociación Internacional de críticos de arte, dijo hace un tiempo de María: “Los retratos de María Akaso son más que retratos. Son una manera de representar emociones en los rostros, que con una mirada impasible manifiestan expresiones efímeras que se inmortalizan en el lienzo.