De MIKI LEAL
Paseando por las antiguas librerías de París, Miki Leal se encontró una revista sobre jazz. Comenzó a ojearla y un artículo llamó su atención: La biblioteca de Kandinsky. Comenzó a imaginar cómo tendría que ser la biblioteca de uno de los mayores pintores de su generación: caótica, exótica, rara... Este pensamiento quedó largo tiempo en la cabeza de Leal y decidió llevarlo a puerto con un proyecto. Una idea que gira en torno a los libros imaginados, los paisajes literarios y las líneas que delimitan a unos y otros y que en la pintura de este artista de los 90 se van a representar mediante el juego de los bordes incluidos en el cuadro o a través de paisajes adaptados ex profeso a marcos y molduras de épocas pasadas. El papel como material y como recurso, la seducción por el objeto tanto dentro como fuera del cuadro, el juego del trampantojos... y, sobre todo, la excusa para entrar en la parte más privada del atelier de un pintor, su biblioteca, observar sus objetos, copiarlos y lo más divertido para Leal: tener la libertad de poder adaptarlos a su forma de imaginar y de pintar.