La Colección del Museo Ruso San Petersburgo / Málaga ofrece una exposición exhaustiva y única ya que nunca hasta ahora se ha podido reunir en Europa occidental una muestra tan completa sobre este periodo de la historia rusa. La exposición está articulada en torno a un discurso expositivo sólido y bien argumentado que permite a los visitantes revivir con detalle los principales hitos de aquellos tres siglos, conocer la evolución de la última dinastía rusa, la autopercepción de la misma a través del arte palaciego y los hechos históricos que jalonaron los trescientos años de reinado de los Románov.
La exposición está dividida en once secciones. La primera de ellas constituye el prólogo a la historia de los Románov y se centra en la figura de Iván el terrible, que entre sus esposas tuvo a una Románov, para dar paso al inicio de la dinastía propiamente dicha, desde el zar Miguel I hasta Nicolás II, último emperador ruso, decimoctavo de su dinastía, que fue brutalmente asesinado junto a su familia en 1918. En esta última sección se encuentra una de las obras más emblemáticas de la exposición, un icónico retrato de Nicolás II, obra de Ilya Repin, artista más conocido de la muestra, del que también destaca un óleo que recoge la boda de Nicolás II con Alejandra Fiódorovna.
La exposición se nutre, a partes iguales, de arte palaciego y cuadros de historia, la mayoría de ellos pertenecen al siglo XIX, aunque también hay otros contemporáneos de los propios hechos que narran. En ese sentido, destacan las piezas del siglo XVIII sobre los reinados de Pedro I el Grande y Catalina La Grande realizadas durante sus reinados. Las figuras históricas más atractivas para el público son justamente Iván IV el Terrible, Pedro I, Catalina II y Nicolás II. Otro elemento llamativo de la muestra es el gran formato de muchas de las piezas expuestas. Como curiosidad, esta colección acogerá el cuadro de mayor tamaño que se ha colgado en el centro. Se trata de la obra de Gavril Gorélov el Escarnio del cadáver de Iván Miloslavsky, de 2,25 metros de alto por 5,60 metros de largo. Hasta ahora, el más grande había sido El rito del beso, de 5 metros de longitud, obra de Konstantin Makovsky. Otro dato anecdótico es que se puede contemplar un cuadro pintado por la propia zarina, esposa de Alejandro III, quien retrató al cochero del zar.
Además de los cuadros de historia, la exposición se compone de numerosos retratos de monarcas, elementos usados en la corte rusa como cerámica y mobiliario, así como esculturas. Merece la pena detenerse también en la máscara funeraria de Pedro El Grande, realizada en bronce, en 1725, a partir del molde de cera que le recubrió el rostro nada más fallecer.